Page 229 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González



               En un torneo internacional de golf, en el club el Peñón en Girardot (el Miami colombia-
            no), no lo sabia…?, pues entérese y publíquelo. Conocí que era “el bigotico”, alimento
            que se consumía en la mañana, muy apetecido, que tal si les cuento de que se trata, al
            calor de un whisky solo, para no tirármelo.




              En esa época (1980), las vallas de Coca-Cola, ubicadas detrás de los arcos y en la
            parte oriental sobre la pista atlética del estadio de futbol, Nemesio Camacho “El Cam-
            pin”, se debían cambiar manualmente a base de manivela, para que los avisos de Co-
            ca-Cola salieran en televisión y en las fotografías de la sección de deportes de los pe-
            riódicos, los días lunes en todo el país, porque el lunes…?, porque solo jugaban futbol
            en el estadio los domingos, a las 3:30 de la tarde. Después de cada gol, se manipulaba
            la valla con intervalos de 10 segundos (1…2…3…4… etc.) Esto lo hacia el personal de
            propaganda de la embotelladora de Fontibón, ya que la del sur, en ese momento, era
            un deposito ubicado en el sector de Cazucá, cuando este trabajo lo hacía yo, lo hacía
            con mucho entusiasmo y eficiencia, así como mis compañeros, ya que si los lunes,
            Coca-Cola no aparecía en los noticieros, la compañía le caía con todo a nuestro jefazo,
            Alberto Ramírez y lógicamente, él le caía con todo a nuestro jefe de eventos especia-
            les, Hugo Loaiza y el lógicamente nos caía a nosotros




               Los tríos musicales que disfrute mucho, al calor de unos néctar verde granizados,
            fueron: Los Isleños, Los Panchos, Los Diamantes y Los Visconti, así mismo, disfrute
            mucho con los dúos musicales de oro: Garzón y Collazos, Silva y Villalba y Emeterio y
            Felipe (los Tolimenses).





              El cuento del muerto, donde se lo hubieran montado a una empresa de refrescos
            pequeña, la hubieran acabado. Postobón le monto el cuento a Coca-Cola y a nosotros
            los trompo de poner, los que hacíamos la imagen a diario, el departamento de publi-
            cidad y propaganda, la vimos gris. Nos lanzaban piedra en las calles y en los eventos
            de las empresas, donde vendíamos nuestros productos exclusivamente, nos costó mu-
            chas visitas personalizadas. Por ejemplo, tuvimos que ir a las bizcocherías Cyrano,
            a la fábrica de ponqué ramo, la fábrica de papa frita Margarita, estadios, teatros, en
            fin, la labor de publicidad con todo adverso para nosotros, fue dura. Bendito sea Dios,
            salimos adelante, cuando quiera le cuento con más detalle, al calor de un granizado de
            néctar verde frió. Ahh…! Que ricooo...! Salud… o sino, deje así ahijadito y continuemos.




               La discoteca se llamaba “La Medusa”, quedaba en la calle 26 con avenida rojas, veci-
            na del restaurante “Agualongo”, un restaurante típico que, en la época (1983) era muy
            conocido. Me fascinaba ir cada ocho días, los viernes más exactamente, con una amiga
            especial, el nombre me lo reservo, ya que soy todo un caballero.


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