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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar



               Por no ser “sapo”, nunca lo fui y nunca lo seré, me suspendieron 5 días en el colegio
            san Agustín, por un problema bastante delicado, no permití la violación a una compañe-
            ra, supuestamente iba a hacer de “campanero”, no los sapie, pero no permití el hecho.





               En las ferias y fiestas de la población de Pasca, por el oriente hacia Fusagasugá, es-
            tábamos el promotor, o sea yo, las degustadoras, cuatro chicas, y conductores de chiva
            y camioneta de sonido, fuimos invitados obligados por el frente no se que numero, ni
            me interesa, a su campamento durante dos días con sus noches, nos atendieron bien
            y nosotros también los atendimos bien a ellos, pero déjenme contarles que estábamos
            cagados del susto, esto ocurrió cuando trabajaba para aguardiente Néctar, ron Santafe
            añejo.



               La muerte de “nachito”, mi compañero promotor en aguardiente néctar, en la pobla-
            ción de Fosca Cundinamarca. Yo fui asignado a Paratebueno, pero definitivamente, mi
            Dios me dio otra oportunidad en la vida, todavía no me tocaba morir. El evento en Fosca
            era mío, pero en la puerta del parqueadero, ya listo para salir con la tripulación asigna-
            da, conductor y dos impulsadoras, el jefe de salidas me grito: “Don Jorge, que por favor
            antes de irse, comuníquese por radio teléfono con la oficina central, con su jefe, ya que
            hay cambio de población con nachito” (Q.E.P.D).




               Natalia era una degustadora e impulsadora de aguardiente néctar, trabajaba conmigo
             atendiendo a los participantes del festival de sonido sobre ruedas en Corferias. Yo le
             di permiso para que se fuera de rumba con su novio a Chía, yo no quise ir con ellos,
             lamentablemente murieron en un accidente automovilístico en la circunvalar. Cuando
             fuimos a la funeraria para acompañarla en su último viaje, la madre y la familia de Na-
             talia, nos sacaron a todo el grupo de compañeros, nos gritaban: “Asesinos… asesinos”.




               Cursaba el segundo año de bachillerato en el colegio ADEPAF, ubicado en el marco del
             parque del barrio san Fernando. Me sacaron por haber organizado la venta de comesti-
             bles en los recreos. Logre que pasaran de una mesita coja y destartalada, a una caseta
             en lamina prestada por una firma de gaseosa. Cuál fue mi pecado…?, que me salte el
             conducto regular, primero el concepto del profesor, jefe de mi curso y el del doctor Sán-
             chez, rector del colegio, debido a que yo había hablado directamente con el vendedor de
             gaseosas y le hice la solicitud del kiosco. A los 20 días, el kiosco llego para ser instalado
             a nombre mío. Llamaron a mis padres para comunicarles semejante delito, conseguir el
             bienestar en los recreos. Mis padres fueron a la citación y delante del rector, me felicitaron
             por la labor que había hecho, es más, le comunicaron a rectoría, después de la vaciada
             de mis padres a las directivas del colegio, que me sacaban de inmediato de estudiar allí.
             Fue cuando me matricularon en el colegio san Agustín, donde termine mi bachillerato.


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