Page 235 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González



               La muerte de Claudia Mariño por cáncer, mi compañera de trabajo de aguardiente
            néctar y amiga especial fuera del trabajo.  Yo no sabía que tenía esa enfermedad, me
            quedo una fotografía de ella disfrutando de un momento de felicidad conmigo, cuando
            desee, le enseño la fotografía, sino, dejemos así ahijadito…!






               Para limpiar el “copón” o “el cáliz”, los que hemos sido acólitos sabemos de qué es-
            tamos hablando, el sacerdote utiliza un pedazo de tela blanca, yo lo vi encima del altar
            como un trapo blanco cualquiera, al recogerlo, fue como si le hubiera pegado al cura.
            Me suspendieron de mis actividades de “monaguillo” o “acólito”, por espacio de 4 vier-
            nes, día en que, a las 7 de la mañana, en la capilla de mi amado colegio Agustiniano,
            debía cumplir con esta importante misión, con la envidia de todos mis compañeros.





               En una clásica de ciclismo, me correspondió ser conductor del comisario internacio-
            nal de la UCI (Unión ciclística internacional), señor Hermógenes García. Bajábamos en
            la camioneta de Coca-Cola, con sonido para dar instrucciones a los ciclistas en la vía y
            a sus acompañantes, a 90 km por hora, sin exagerar. De un momento a otro, en el tra-
            yecto del alto de la tribuna, a la “Y” en Villeta hacia Guaduas, dimos vuelta de campaña,
            nos comimos la muerte.





               En una promoción puerta a puerta, en el barrio Quirigua de Bogotá, al estar cuadran-
            do las ventas en las horas de la tarde, al cierre del día, me preguntaron: “Don  Jorge, a
            quien le vamos a pasar las ventas en planilla que se hicieron en la camioneta de soni-
            do…?”, y yo conteste: “A la coja…”, y la coja estaba detrás de mi… puso la queja a la
            compañía y me suspendieron dos días.





              En las ferias y fiestas en la población de Vianí, Cundinamarca, fui llevado a la cárcel
            del pueblo, mientras la empresa de licores de Cundinamarca, aclaraba el contrabando
            que yo estaba haciendo, sin saberlo, a la empresa de licores de Casanare. Estaba ven-
            diendo guaro por medias sin estampilla y con tapa roja, y en Cundinamarca, se debe
            vender estampillado y con tapa negra.






              En unas vacaciones en Tocaima, mi padre me envió por una botella de vino, fue en-
            vuelta en papel periódico, cuando se la entregue a mi padre, él la cogió mal, la botella
            se le resbalo y a cayó al piso rompiéndose, la muenda y la vaciada que me dieron, sin
            tener la culpa, fue hijue…!



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