Page 337 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González






                                           PRIMERA COMUNIÓN,


                                                      PADRE E HIJO







               En este montaje fotográfico que hizo
            mi padre en su laboratorio  de micro
            film, quiso mostrar y destacar los con-
            trastes en actitud, vestuario y acceso-
            rios, del día más feliz de mi vida, mi
            primera comunión. El de la izquierda
            es Jorge Barahona (padre), la hizo en
            el colegio Apostólico,  colegio  anexo,
            regentado  por los sacerdotes de la
            catedral primada de Bogotá. El de-
            sayuno (pan y chocolate) fue servido
            en el patio del colegio. El vestido y los
            zapatos fueron alquilados y mis abue-
            los (según me contó mi padre), tuvie-
            ron grandes dificultades económicas.
               El de la derecha es Jorge Barahona
            (hijo), la hizo en el colegio Agustiniano
            centro,  regentado por los sacerdotes
            agustinos recoletos. El desayuno fue
            en el salón rojo del hotel Tequendama,
            un suculento banquete, a Dios gracias.


               El vestido, zapatos, cirio, guantes, libro, fue todo nuevo y sin dificultades económicas
            de mis padres. Mi padre, con lágrimas en los ojos, siempre me contó esta historia, y la
            quise registrar en mi bestseller, ya que siempre me impacto.


               Mi corbatín está ligeramente torcido y el cirio partido, les cuento por qué. Nos dirigía-
            mos en un taxi, subiendo del hotel Tequendama donde fue el desayunote, hacia foto es-
            tudios Chávez, donde mi padrino de bautizo y fotógrafo personal. Iba acompañado de la
            abuela Emelina, mis padres y mi hermana Yaneth de cinco años, yo iba en el puesto de
            adelante, cuando en un cruce, tremendo totazo. Bendito sea Dios, no paso a mayores,
            lo único fue el susto que fue berraco, no dije groserías porque venía recién comulgado
            y santico. A mi abuela y a mi madre se les torcieron los sombreros de malla sobre el
            rostro, así se usaban en la época para ceremonias especiales de dedo parado, y mi pa-
            dre, vaciando al chófer del taxi, Yaneth chillando, y a mí, para la foto, me toco posar así.


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