Page 342 - Biografia
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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar
ME TOCO LA LIBRETA
MILITAR
Tenía 19 años y debía definir mi situación militar, ya que, sin este documento, no
podía ingresar a la universidad ni mucho menos a trabajar. Recién salido de bachiller,
en esa época, uno debía presentarse al distrito militar que le correspondiera, a mí me
correspondió el distrito militar numero 1. Muy a las 6 de la mañana, de berraco, me pre-
sente en la calle 51 debajo de la avenida caracas, en la actualidad, queda la dirección
nacional de la defensa civil. Salió un sargento del ejército, con cara de malas pulgas,
megáfono en mano y grita: “Atención…atención…!, se forman en el patio principal,
se quitan toda la ropa, la ponen frente a sus pies y en posición de firmes, esperan
la visita en su puesto del médico, para el examen físico correspondiente y des-
pués se les dirá si son aptos para el ejército de Colombia entendieron… Arr…!”.
Ustedes que creen, con esa crianza y con esa estatura y porte, bueno, sin reírse, que
creen que paso después del examen…? Pues paso lo que tenía que pasar: “Baraho-
na González Jorge Humberto… apto…!”, yo quede frío, miraba para ambos lados y
mis compañeros y colegas bachilleres en ese patio, estaban en las mismas. Después
de media hora de angustia y resignación, en ese patio y con ese frío tan hijue…, salió
nuevamente el sargento con su megáfono en mano y grito: “Atención… atención…!
Bachilleres promoción 1972, un paso al frente”, así lo hice, al cuarto de hora, salió el
sargento y dice: “Los que dieron el paso al frente, vayan a esa oficina, para que le
hagan su liquidación según declaración de renta de su papa y reclamen su libreta
militar, pero ya… carrera, Arr…!”
Unos comentaban que nos había sacado porque en la promoción de bachilleres, es-
taba el hijo de un general y así lo eximían del servicio militar, otros comentaban que el
cupo que exigía el gobierno para incorporaciones al servicio militar ya estaba copado.
Hasta la fecha, después de 50 años, nunca supe cuál fue el motivo o la circunstancia
por la que no me dejaron ponerme el uniforme. Inmediatamente llame al dúo de muje-
res súper poderosas, la tía Alicia y mi madre, para comunicarles la nueva que yo sabía,
iba a ser una noticia de felicidad para ellas dos, ya que mi tía Alicia siempre decía:
“Cuésteme lo que me cueste, pero a mis chinitos no se los llevaran para el ejér-
cito”. Pero para mi padre si iba ser una mala noticia, ya que él siempre me decía: “Su
abuelo fue capitán del ejército en 1918” y me mostraba la fotografía donde él estaba
en formación, a propósito, aún conservo el original de esa fotografía, “Usted debe sen-
tirse orgulloso de prestar el servicio militar, para que no sea tan “mamito”, tan nena y
para que coja peso en las hue…
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