Page 348 - Biografia
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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar


               “Blanca, ese señor nunca más vuelve a entrar a esta casa mientras yo viva, se
            murió para nosotros, entendido…?, no puede sacar nada de aquí”, y así lo cum-
            plieron, ni al matrimonio de mi hermana Yaneth me invitaron, me entere que el día del
            matrimonio, le preguntaron a mis padres: “Y Beto, su hijo mayor…?”, y ellos les contes-
            taban: “Él se murió” y así fue por muchos años, creo que por más de 10.


               Cuando escuche estas frases tan absurdas y salidas de tono, no sé con qué fuerzas
            y dignidad le grite desde la calle: “Pues señor Barahona y señora, tráguense su
            casa y tranquilo, eso sí, que conste la forma como me voy de sus vidas, me están
            violando mis derechos… y les voy a demostrar a ustedes quien soy yo”, y así lo
            hice, volví a la oficina de mi padre, después de 7 u 8 años, no recuerdo bien, volví para
            un cumpleaños de mi padre, ya encorbatado, profesional, organizado con esa vieja
            del frente, quien le dio dos hermosos nietos, Sandra y Jorge Alejandro, y manejando
            mi carro, pero ese es otro interesante relato que, como todos los de este bestseller, es
            buenisimoooo, lógicamente, mojando la palabra con un néctar verde o azul granizado o
            si ustedes lo prefieren, un chocolate santafereño bien rico, por lo pronto, continuemos.


               Pasaron unos 15 minutos después de que me sacaron, bien dicen que después de
            la tormenta, viene la calma. Ellos bajaron las persianas, apagaron las luces y yo me fui
            tranquilizando, empecé a tiritar del frío y a analizar la situación. Miré hacia la casa de la
            vieja del frente, como le había dicho mi padre, pero para mí, era el amor de mi vida, mi
            negra y a esa hora, para donde creen que cogí…? Efectivamente, me armé de valor y
            me atreví a golpearle a ella, una mamasota completa salió por la ventana del segundo
            piso y yo, chillando otra vez, le dije: “Negrura, me echaron de la casa, me puedes
            ayudar…?”


               Que creen que me contesto mi negra…?, eso mismo, así me dijo: “Tranquilo mi
            amor, que aquí estoy yo, ya bajo, y deje de chillar carajo”, bajo, me abrió y me abri-
            go, que berraquera de mujer, hablo con su hermana América, la poncha, ella no estuvo
            muy de acuerdo, es más, nunca estuvo de acuerdo, discutían mucho por mí, pero la
            negra se impuso con su carácter recio y el amor la guiaba, porque aunque hasta su
            muerte, se arrepintió de esta decisión, yo era su felicidad. Me acomodaron la quedada y
            desde esa madrugada, me quede hasta después de 19 años en 1993, cuando quieran,
            les cuento el retorno a mi casa, que también es un relato buenisimoooo, sino, dejemos
            así ahijadito.


               Definitivamente, gracias a la negra y a poncha, y pésele a quien le pese, yo soy lo
            que soy por el carácter y ayuda de estas dos súper poderosas mujeres, fue fantástico
            y espectacular lo que hicieron por mi vida. Por lo pronto, tomémonos un néctar verde
            granizado, si le ha gustado el libro, pues sigamos disfrutándolo, así como yo disfrute
            haciéndolo, les parecerá ridículo este comentario, pero los escritores somos así…! Si
            no le ha gustado el libro, pues de malas, como una piraña mueca…!






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