Page 387 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González
negocio, el no vio inconveniente, al fin y al cabo, era muy poquito para ellos y mi 25%
de la casa, cubría los dos millones quinientos mil pesos que necesitaba. Concertamos
una cita en la oficina del abogado, al otro día, a las 8 de la mañana, debía llevarle úni-
camente el certificado de libertad de la casa y aquí hago un paréntesis, por qué cuento
este episodio con pelos y señales…? Lo hago así para estar tranquilo, porque lo que
viene a continuación, es de… no… te… lo… puedo… creer…!
Nunca me cupo en la cabeza, a pesar de que mi mami murió sin darme una explica-
ción lógica de lo que hizo, aunque la perdone, porque sé que fue manipulada, no sé por
quién o quienes, pero eso ya no me interesa por que el daño ya estaba hecho. Nunca
entendí la traición, la deslealtad, la falta de respeto, por parte de mi mama y hermana,
por lo que habían hecho y que estaba por enterarme. A la mañana siguiente, muy tem-
prano, me fui a sacar a notariado y registro, el certificado de libertad, no le comenté
nada a mi mami, ya que no iba a tocar su 50% de la casa y, además, para no preocu-
parla con el problema tan berraco en que estaba metido, así que lo iba a hacer solo.
Al sacar el certificado ni lo miré, cogí un taxi y me fui a la oficina del prestamista todo
emocionado, ya que iba a solucionar mi problema de dinero. Le entregue el certificado
al abogado y me pregunto: “Cuanto es que necesita…?”, le dije: “Dos millones qui-
nientos, doctor”, me pidió la cédula y al cotejar los papeles, me dijo: “Señor Barahona,
no me haga perder el tiempo, yo no presto bajo hipoteca con problemas”, le pregun-
te: “Como así doctor, con problemas…?” y me respondió: “Si señor, es que usted no
aparece como propietario del predio en su 25% como me había dicho”, sorprendido le
volví a preguntar: “Como doctor…? Usted me esta mamando gallo…?”, me dijo: “No
señor, aquí aparece Blanca Barahona y Yaneth Barahona de Vigoya”, le dije que eran
mi mama y mi hermana. “Y la señora Alcira rivera Rocha con cédula de ciudadanía nú-
mero tal”, le pregunte confundido: “Quien doctor…?”, me dijo: “Si mi estimado amigo,
aparece doña Alcira y usted no aparece y agradezca que me cayó bien y no le cobro
mis honorarios que son de cincuenta mil pesos por cualquier consulta, si usted quería
engañarme, no lo logro, feliz día y que este muy bien”.
Imagínense, queridos lectores, como quede… vuelto mierda, vuelto naco, por no de-
cir menos, llore, patee, me dije groserías a mí mismo, baje a la carrera décima frustra-
do, traicionado, desconsolado con mi mama y mi hermana, nunca me imaginé esto. Si
están interesados en conocer el desenlace de este capítulo, ya sería en una tertulia a lo
cachaco, con chocolatico santafereño, almojabanitas de la puerta falsa de la catedral,
con pan francés o blandito del “cometa” de la calle 51 con carrera 17 en el barrio Alfon-
so López, ahora Galerías, en fin, unas onces chirriadisimasss…! Afortunadamente soy
muy creyente, creo que hay un Dios que me guía y me cuida, a pesar que la gente que
me rodeaba cuando les conté esta historia, nunca me creyó, lo que ustedes acaban de
leer, mi Dios sabe que así paso.
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