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Ernesto Guerra Galarza



            EL MUndiALiTO dE bRASiL 1972


            En aquel torneo compartí la responsabilidad de conducir a la Tricolor
            con Jorge Lazo Logroño, que era el protagonista y el número uno de los
            técnicos porteños. Lazo había jugado en Emelec, era un gran entrenador
            y coincidía conmigo en terminar con la profunda pugna y el regionalis-
            mo que castigaba a nuestro fútbol. Hablaban, que “dos cabezas, nunca
            logran entenderse”. Decían, que “un animal bicéfalo, es algo anormal”.

            Dialogué con Jorge. Pensé que si él es bueno y trabaja con éxito en
            Guayaquil, y yo soy bueno y tengo éxito en la capital, podíamos sumar
            las capacidades. Acepté, con la seguridad de que no ibamos a fracasar.
            Uno puede negarse a dirigir a un club, pero a la selección de ninguna
            manera. Siempre fui un hombre comprometido con el país y no podía
            sacarle el cuerpo.


            Nominamos a los 24 jugadores seleccionados y no tuvimos problemas
            en coincidir en los nombres y en armar el grupo, en el que destacaban
            Alberto Spencer, Ítalo Estupiñán, Marcos Guime, Héctor Morales,
            Cristóbal Mantilla y Rafael ‘Pulga’ Guerrero.

            Fuimos integrados al Grupo 2 para enfrentar a Portugal, Irlanda, Chile
            e Irán. El torneo se programó por primera y única vez, con ocasión
            del 150 aniversario de la Independencia de Brasil. Se jugó entre los
            meses de junio y julio. En el torneo participaron 20 equipos de todo el
            mundo y fueron utilizadas 13 sedes. Terminamos en cuarto lugar.

            Debutamos ante Portugal y ese fabuloso crack que fue Eusebio, en
            una noche iluminada fabricó un contundente 3 a 0. Luego le ganamos
            a Irlanda 1 a 0. Yo le decía al grupo: “como no podemos ganarles a
            este grupo de borrachos”, porque la verdad, los irlandeses se pasaban
            levantando el codo a toda hora. “Este grupo de amanecidos no nos
            puede derrotar”, les recalcaba a los jugadores para inyectarles fe y
            optimismo. Fue una participación aceptable.

            Brasil se coronó campeón. Le ganó en la final 1 a 0 a Portugal con gol
            de Jairzinho. Todavía jugaban en la ‘Verdeamarelha’: Gerson, Tostao,

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