Page 178 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza



            Esta vez no hubo problemas. Sabían todas las reglas, conocían de
            memoria los términos que rezaba el contrato y estampé la firma con el
            compromiso formal de regresar a la cumbre. La Revista Estadio se hizo
            eco y tituló en su portada: “Ernesto Guerra firmó para ser campeón”. Era
            verdad. Ese fue el pacto puntual que cerramos con Lucho Piñeiros.


            Sin mover un dedo, sin haber pedido nunca nada a AFNA, regresé por la
            puerta grande al fútbol capitalino, después de la infamia del famoso ‘Ca-
            misetazo’, que un cuarteto de trasnochados me quiso colgar para manchar
            mi impecable carrera en el fútbol. ¿Yo era dirigente?, ¿Fui el que propuse
            que se juegue otro partido? No, yo era apenas el técnico del Manta Spor-
            ting Club, que fui incrustado astutamente en la disputa. Les faltó panta-
            lones a los dirigentes de AFNA para proteger los intereses de Universidad
            Católica, al que le arrebataron el título sin ponerse colorados.


            Camuflaron su cobardía, su carencia de hombría y personalidad,
            encontrando según ellos, el ‘chivo expiatorio’. Se lavaron las manos
            como Poncio Pilatos. La miserable jugada se derrumbó porque regresé
            al fútbol de Quito con la frente en alto y aquellos que pretendieron
            quitarme el honor, no levantaron la cabeza y se revolvieron en su
            propio veneno. Otra vez el tiempo ponía la basura en su lugar.

            Nacional no pasaba por un buen momento futbolístico. Barcelona
            se había coronado bicampeón y amenazaba con igualar la marca del
            Tricampeonato, que era propiedad exclusiva de los ‘Puros criollos’ y
            la cúpula directriz no dormía en paz. En Nacional me permitieron
            efectuar un cambio total. Llegaron Hans Maldonado, Gonzalo
            Cajas, ‘Chifle’ Mosquera, Wilson Armas, Andrés Hergilio Nazareno,
            Fernando Baldeón y seguían los jugadores históricos de la cosecha de la
            triple corona. Me refiero a Carlos ‘Bacán’ Delgado, Carlos Ron, Lucho
            Granda, José Voltaire Villafuerte y Fabián Paz y Miño. El resultado
            de la mezcla, arrojó una plantilla espectacular. Con todas las piezas
            posibles a disposición. Una nómina de superlujo.


            Le pusimos especial atención a los arbitrajes, que se inclinaban para
            favorecer a Barcelona. Había un grupo de jueces influenciables que
            perdían el piso cuando dirigían al equipo torero en Guayaquil y también

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