Page 180 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza



            Me bajé, me dirigí a la garita, pedí el teléfono y marqué el número
            directo de Lucho Piñeiros. “Venimos a Ambato para disputar el título
            y nos quieren meter en un cuartel. ¿Estamos jugando por el descenso
            o el equipo está castigado?”, le vomité como una ráfaga. No acepté
            ninguna consideración y le pedí que en ese mismo momento emita la
            orden para concentrarnos en un hotel. Piñeiros me pidió que le pasara
            el teléfono a Mesías, al que comunicó que a partir de ese instante, yo
            tomaba la batuta y todas las decisiones.


























            El formidable Nacional, campeón de 1982. Una máquina demoledora creada por Ernesto
            Guerra para triturar a todos los rivales. Un equipazo que se paseó con fútbol de alto voltaje.

            Gerardo Mesías había dicho que no había hoteles disponibles y en
            cierta parte era una verdad. Barcelona y su hinchada habían copado
            todos. Averigué y me dijeron que hace ocho días habían inaugurado
            el Hotel Tungurahua que estaba ubicado en pleno centro de la ciudad
            y a pocos metros del mercado. Aparentemente, era un sitio altamente
            conflictivo que podía interrumpir el normal descanso de los jugadores.
            Por encima de los riesgos, resolví tomarlo.


            ¿Qué hacía para salvaguardar al plantel? Planificamos rápidamente
            un operativo de seguridad y control con la ayuda de los miltares.
            Colocaron soldados impidiendo el tránsito vehicular en cuatro

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