Page 231 - LIBRO ERNESTO
P. 231
Capítulo 11
MiS JUGAdORES pREfERidOS
Hay dos arqueros que me llenaron la vista: Luis Alberto Aguerre y
Ricardo Bernabé Romera, pero me quedo con ‘Monseñor’ Aguerre. A
pesar de que era un jovencito, cuando lo dirigí en Deportivo Quito en
1968, mostró que era un profesional serio, comprometido y ganador.
Con personalidad y don de mando.
Su presencia en el pórtico irradia-
ba confianza y seguridad. Tengo
un hermoso recuerdo de su traba-
jo. Pensaba en grande, pese a que
salió de un hogar muy humilde y
lleno de privaciones. Ha llegado
lejos en la vida por su convicción.
Entre los zagueros, destaco a Mi-
guel Pérez, por jerarquía, catego-
ría y experiencia. Cuando se fue el
‘Negro’ y llegó Wilson Armas, en
Nacional siempre recordábamos
su enorme calidad. Fue un central
incomparable. Otro de ese lote fue
Enrique Portilla. El ‘Enyesado’ era
extraordinario barriendo el fon-
do. Jugaba hinchando el pecho y
recto como un tablón. Su juego
era fino, pero metía la suela sin Trajo a Ricardo Bernabé Romera para jugar
contemplaciones. Sabía todos los en U. Católica en 1970. El golero argentino
secretos para jugar en el fondo de tenía una pegada formidable y Ernesto lo
la cancha. trabajó hasta dejarlo como un 'papelito'.
No me puedo olvidar de Héctor de los Santos. ‘Pototo’ fue el gran
hallazgo que hicimos una tarde en la cancha de Rampla Juniors en
Montevideo. Era un mocoso atrevido que se escondía en la imponencia
de su metro noventa. Tenía 18 años cuando vino al Ecuador y se
convirtió en una muralla impasable, conformando una llave central
Memorias de un triunfador 231