Page 235 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 11



               1968 concretando 19 dianas. Gritaba los goles con el corazón en la
               mano. Su facha chaplinesca, con la pantaloneta enorme y la sonrisa
               dibujada permanentemente en su rostro, es una imagen que el tiempo
               no ha podido borrar. Batainni tenía ángel de goleador. El área era como
               su casa, la caminaba a placer. Tuve también a Gonzalo Cajas, a Ermen
               Benítez y al ‘Camión’ Correa, pero ninguno entregó la producción
               que ofreció Vinicio Ron. Él fue mi preferido. Era un ‘Buitre’ del área.
               Era fornido y muy valiente. Provocaba alta tensión en los defensas. Los
               ponía en jaque y a la hora crucial de meterla en la red, gatillaba con
               eficacia. Fue un auténtico francotirador.


               Cajas tenía un molde parecido, era fuerte y se metía en las brasas del
               área, pero ‘El Torito’ tenía más agallas y chapa de goleador. Hablando
               de Ermen Benítez fue un cañonero discontinuo. Era displicente. No
               encuadraba en el grupo. Tenía dotes de goleador, eso es innegable, pero
               carecía de carisma y hambre de triunfo. Era tibio.

               Me queda el ‘Camión’. Fausto Correa tenía amistad con el arco.
               Le gustaba gritar los goles y se entregaba sin retaceos. Marcó tantos
               inolvidables, como aquel de chilena que le hizo a Barcelona en el
               estadio Atahualpa en el choque final frente a Barcelona en 1978. Fue
               calificado como el ‘Gol de la década’. Una pintura de fútbol. Creo que
               tuvo la desgracia de pelear el puesto con un goleador notable como
               Vinicio Ron. Si nacía en otro tiempo, su suerte habría sido diferente.
               ‘El Torito’ lo opacó.

               LOS infAMES ME hiCiEROn fAMA dE inSULTAdOR


               Los enemigos del éxito ajeno hicieron correr el rumor de mis
               supuestos maltratos a los jugadores. Decían que insultaba, que los
               puteaba a voluntad. Es falso, una terrible mentira. No concibo la idea
               de que existan jugadores sin personalidad, que acepten sin objeción las
               ofensas de su director técnico y se queden tranquilos. Conozco como
               hay que tratar al jugador. Yo que estuve adentro de la cancha y conviví
               por muchos años con varios técnicos. Si un entrenador con cartel o sin
               él, se hubiese atrevido a insultarme, ahí mismo me iba a las manos para
               reclamar mi lugar. Y no por salvaje, los irrespetos no se deben tolerar.

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