Page 237 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 11



               un sacrilegio, mientras yo sea técnico de Nacional, no juegas más en
               el club”, le estampé, al tiempo de pedirle que abandone el campo de
               entrenamiento ese mismo instante.

               Vinicio Ron me miraba como diciendo: “Estaba visto que esto iba a
               suceder.”. ‘El Torito’ y todo el plantel sabían que ese tipo de faltas no
               las toleraba bajo ninguna circunstancia. No podía ser de otra manera,
               le faltó el respeto al club, y al grupo en general. Estaba despegando y se
               ahogó pronto en el vaso de su incipiente fama.


               Dos días después intervino la directiva, tratando de modificar la
               determinación. “Hemos realizado una fuerte inversión para comprar a
               Tyrone y no podemos perder ese dinero”, justificó un directivo tratando
               de ablandarme. “No lo quiero más en el plantel y esa decisión no la voy
               a modificar bajo ninguna circunstancia, aún por encima del perjuicio
               económico  que sufra el  club. No acepto que se  violen las normas
               de disciplina”, le contesté en forma terminante y Tyrone Castro fue
               excluido del club.


               Otra vez tuve que separar de la selección nacional a Carlos Torres
               Garcés. El ‘Palillo’ era un gran jugador, pero se sentía galáctico. Usaba
               un afro descomunal, pantalones acampanados de  colores y  zapatos
               de plataforma. Era una imagen poco seria para un jugador de fútbol.
               Ponía todo tipo de pretextos para que lo borren de la selección.


               Un día reventó una gresca masiva en un partido preparatorio frente
               a Venezuela en Caracas, previo a las eliminatorias para el Mundial de
               Argentina 78 y él se quedó mirando como todos sus compañeros se
               fajaban y no se inmutó. Al regresar a la concentración, intentó dialogar
               conmigo.  Le  corté  el  paso  y  la  palabra.  Lo  marginé  de  la  Tricolor
               sin dilaciones. No podía seguir manteniendo en el combinado a un
               jugador que no era solidario, que había demostrado deslealtad y que
               pedía a voz en cuello que lo excluyan.


               Son casos puntuales que demuestran que siempre estuve vigilante del
               espíritu de grupo. Siempre defendí a los jugadores, aún enfrentándome
               con los dirigentes. Los que tuvieron problemas fueron los que se

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