Page 239 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 11
Siempre fui amante de la buena convivencia. De realizar asados
semanales con el plantel. Lo implanté los miércoles en Nacional y lo
repetí en otros clubes. Los jugadores degustaban dos o tres kilos de
carne cada uno, acompañados por una bebida en la que mezclábamos
vino, agua mineral, jugo de limón, azúcar y mucho hielo, para evitar
las gaseosas. Obviamente controlando el grado de alcohol. No vayan a
pensar que los asados terminaban en colosales borracheras.
En esas reuniones se gestaba la amistad y la unión de los grupos y los
jugadores sabían que tenían un amigo, que compartía como uno más
en los momentos de distracción, pero que al siguiente día estaba para
exigir un trabajo a fondo. Cada uno en su andarivel. Nunca fui un ogro.
Si un profesional que no permitía resbalones. Cuento esto para refutar
con otra prueba, a aquellos que me quisieron colgar la placa de díscolo
y agresor. Se les cayó la careta.
LA MALiCiOSA hiSTORiA dEL ‘JUGO dE MAnzAnA’
Las mentes malignas pretendieron tejer una treta alrededor del famoso
‘jugo de manzana’ que el preparador físico Aníbal Gutiérrez Ponce y el
cuerpo médico de la selección proporcionaban a los jugadores en los
entretiempos de los partidos. El profesional uruguayo había encontrado
en una revista, una recomendación científica para recuperar los líquidos
y la energía después de un intenso esfuerzo, como el que demanda un
partido de fútbol.
Era una mezcla en la que se licuaban 25 manzanas con sacarina, nada
más. Dos componentes: el uno natural, el otro artificial, pero permitido
por la medicina, utilizado inclusive para cuidar la salud, sobre todo de
aquellos que tienen problemas con la fastidiosa y temida diabetes.
Aclaro, esta era una recomendación de Gutiérrez Ponce con la
aprobación del cuerpo médico de la selección y no tenía nada de raro y
peor de doping como pretendieron darle figura y cuerpo de delito los
descerebrados. Yo no tenía nada que ver en ese aspecto, les recuerdo a
los ociosos, que yo era el director técnico y que obviamente no tenía ni
debía intervenir en esa esfera.
Memorias de un triunfador 239