Page 252 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza



            Jorge Lazo fue otro de mis rivales de jerarquía detrás de la raya de cal.
            Era un estudioso, visionario, muy capaz. Era un entrenador profunda-
            mente regionalista, que luego se transformó en nacionalista. Entendió
            que este es un solo país y un solo fútbol.

            Luego trabajó en Nacional, en Politécnico y en el América. Le fue
            bien en Quito y siempre tuvo puertas abiertas. Y alcancé a pulsear con
            Eduardo Bores. ‘El Zorro’ sabía todas las letras del fútbol. Ya hablé de
            él, sólo me falta completar diciendo que su recuerdo será inmortal. Fue
            un tipazo. Una figura legendaria.


            Juan Araujo Estévez también alcanzó su espacio. Fue campeón con
            Liga Deportiva Universitaria, trabajando en dupla con el desaparecido
            César ‘Pavo’ Muñoz, cuando Leonel Montoya sufrió un grave accidente
            automovilístico y era el técnico titular de la ‘U’.


            Luego siguió su carrera en Técnico Universitario y clasificó a la Copa
            Libertadores. Demostró que podía con la doble faceta, como preparador
            físico, primero, y luego como responsable técnico. Y ya que cité a Leo-
            nel Montoya, el ‘Paisa’ es un hombre cuya carrera me infunde respeto.
            Como jugador y como técnico. Lo incluyo como ecuatoriano, porque se
            quedó a vivir en esta tierra y entregó un gran aporte profesional.


            Me viene a la memoria el ‘Gordo’ Luis Santibáñez. Puedo hablar de
            él con propiedad, porque yo llegué a tomar su lugar en Filanbanco.
            Era una autoridad en lo teórico, en la práctica se comía la camisa. Por
            eso como comentarista fue un ‘boom’. Decían que veía el fútbol como
            nadie, pero desde las cabinas de prensa. En la cancha se le confundían
            los muñecos. Era versero, tenía una labia del otro mundo. No se
            equivocaron los que lo bautizaron de ‘Locutín’. Era un ególatra como
            ‘Pacho’ Maturana. Creía que sabía todo y era un espejismo. Él y el
            colombiano pensaban que eran dueños de un destino mesiánico. Que
            los había enviado Dios para reinventar el fútbol.


            Los técnicos nacionales en actividad, siempre fueron escasos. Los
            dirigentes vivieron y viven creyendo en los entrenadores extranjeros
            y se llevan enormes y desagradables sorpresas. Les encanta la tonada

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