Page 254 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza
las piezas, de lo que Alfonso Laso Bermeo calificó en las páginas del
diario El Comercio como ‘La Máquina Gris’. Fue una aplanadora de
fútbol. Un campeón exquisito.
En la conducción de la selección no puedo dejar al margen el análisis
del técnico José María Rodríguez. ‘Chema’ manejó intereses ajenos y no
pensó en el fútbol nacional. La insinuación de los dirigentes porteños
que manejaban la FEF le hizo pisar el palito. Perdimos la clasificación
al Mundial de Inglaterra 66 por un acto de marcado egoismo.
La consigna era: “Guayaquil nos llevó al Mundial y se dieron contra el
planeta”. No quiero lastimar su memoria, porque Rodríguez ya murió,
pero el DT charrúa fue el gran responsable de que los jugadores de esa
época le huyan a la selección. Dejó un profundo estigma.
Liga fue el primer club ecuatoriano que pensó en grandes conductores
para trazar un camino que apunte al éxito. Antes había traído a Ondino
Viera, un adiestrador uruguayo que estuvo poco y se marchó. Después
llegó el ‘polaco’ Vladislao Cap, que asumió en la ‘U’ después de dirigir
a la selección argentina en el Mundial de Alemania 1974.
Pero la gran época que desembocó en la conquista de la Copa
Libertadores, varios títulos continentales y el subcampeonato mundial
de clubes, arrancó con la contratación del técnico peruano Juan
Carlos Oblitas. ‘El Ciego’ fue uno de los grandes jugadores de todos
los tiempos. De la vieja hornada del fútbol del Rimac, cuando estaba
repleto de cracks y era firme habitante de los mundiales.
Es injusto olvidar a los que pusieron las primeras piedras. Es un acto
de gratitud. Oblitas metió mano en la estructura y luego el chileno
Manuel Pellegrini terminó de consolidar el proyecto de organización
institucional en lo futbolístico. Liga se convirtió en una escaparate
incomparable.
La tarea que cumplió el técnico araucano en la ‘U’, llamó la atención
del River Plate argentino que no es poca cosa. Triunfó en la entidad
millonaria, saltó el charco y desembarcó en Europa. Recaló en el
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