Page 256 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza
esa volada en jet del ‘Pinocho’ Van der Sar, golero del Manchester
United podía descolgar esa pelota lanzada por el ‘Piojo’ Manso que
merecía estremecer la red. Liga se posó en el cielo del fútbol.
Y ese momento luminoso tiene varios responsables, comenzando por
la dirigencia, siguiendo por la inmensa capacidad del plantel y cerrando
el círculo con una hinchada, que es de las más exigentes en el fútbol
nacional. Si, la parcialidad alba es brava, resentida, y no le perdona a
ningún técnico dos derrotas en seguidilla.
Aprendieron todos a tener paciencia, a respaldar los procesos y en eso
Rodrigo Paz se lleva los laureles. Él, contra viento y marea respaldó al
‘Patón Bauza, cuando todos lo querían ‘comer vivo’ e inclusive tuvo
que salir del estadio de Ponciano escondido en el vehículo antimotines
de la policía. Es verdad, que luego de ese proceso exitoso los resultados
no le han acompañado en los últimos torneos, pero técnicos de esa
magnitud, tarde o temprano encuentran la vuelta.
Hay que respetar su trayectoria y sus logros. Los ganó a pulso. Las malas
etapas hay que saberlas capear, con trabajo y sabiduría. Si la suerte no
cambia, entiendo que el propio Bauza entenderá que su ciclo se cerró
y dará un paso al costado. Por ahora sigue teniendo aire y goza de la
confianza total de la directiva.
Así es el fútbol, no siempre se puede ganar. Pase lo que pase en el futuro,
Bauza es un personaje inolvidable en la historia de nuestro balompié.
Técnicos de esa estampa nos hacen bien. Si un día lo van a despedir,
que lo hagan de la mejor manera. Reconociendo sus atributos, porque
a los técnicos, “nos contratan por buenos y nos lanzan por malos a la
desocupación”.
¿Cuando un técnico debe entender que su ciclo terminó y que su dis-
curso ya no pega en el grupo?, me preguntaron en varias oportunidades.
Hay algunas condiciones: la primera, cuando llueven los problemas eco-
nómicos y la directiva no responde en el pago de las mensualidades. Ahí
el técnico tiene una enorme responsabilidad, porque no supo respaldar
al grupo y exigir los derechos, como exige trabajo. Segundo, cuando se
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