Page 257 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 12



               pierde la armonía y el plantel está resentido, ningún discurso funciona.
               Ese es el momento para dar un paso al costado. Este no es el caso de Liga
               ni de Edgardo Bauza, pero vale dejar esta reflexión que atañe a la vida de
               los técnicos, que habitan en el lugar más terrible que tiene el fútbol.

               Si alguna vez, la directiva de Liga quiere colocarle en la guillotina, sería
               prudente que lo haga de la manera más elegante. Que lleguen a un
               entendimiento que lo deje incólume en la faz pública, porque para
               cualquier técnico es una mancha que lo pongan en la calle de la noche
               a la mañana. Es un descrédito profesional.


               Lo viví en carne propia, porque la culpa de todos, le endosan a una sola
               persona. Le cuelgan el cartel de incapaz, en la gran mayoría de casos
               sin merecerlo. En mi carrera lo experimenté una sola vez: en Nacional,
               en la Copa Libertadores 1993. La mano venía torcida y los jugadores
               estaban enervados, porque no les habían renovado ni firmado los
               nuevos contratos. Los resultados no eran malos, pero Sporting Cristal
               nos eliminó y los dirigentes cortaron la cuerda por el lado más fino.
               Terminamos la relación laboral, como yo quería, no como ellos
               pretendieron. Era lo justo y les di una lección.

               EL RÍO dE LA pLATA fUE Mi ESpEJO fUTbOLÍSTiCO


               Siempre tuve una influencia rioplatense. Describía de memoria
               la alineación de la selección argentina de los años 50. Después,
               mis recuerdos se enfocan en la época de ‘El Dorado’ en el fútbol
               colombiano. Era la ‘Liga de las Estrellas’, algo parecido a lo que sucede
               ahora en España que tiene en sus equipos a los mejores jugadores del
               mundo. En Colombia jugaron los más grandes cracks de Sudamérica,
               encabezados por Alfredo Di Stéfano, con Adolfo Pedernera y Néstor
               Raúl Rossi, haciéndole de escuderos en la guardia de honor.


               El primer técnico argentino que recuerdo es Guillermo Stábile, que
               tuvo una época brillante como jugador. Fue el primer goleador de
               los Mundiales. Le decían ‘El Filtrador’ y perforó todos los arcos en el
               Mundial de 1930 que se jugó en Uruguay. Tras su retiro dirigió por
               largos años a la selección albiceleste, un caso de permanencia en el

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