Page 258 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza



            cargo que no se registra en estos tiempos, en ninguna parte, salvo el
            ejemplo del escocés Alex Ferguson, que hace poco anunció su retiro
            por propia voluntad, tras más de dos décadas ininterrumpidas en la
            banca del  Manchester United.

            Es un caso único y seguramente lo será por mucho tiempo. Fue el
            mandamás del poderoso club inglés. No se movía ni una hoja sin su
            consentimiento. En Inglaterra tienen otra mentalidad. No como la
            que poseen algunos dirigentes del Deportivo Quito que ya en 1969,
            inauguraron conmigo la costumbre de cambiar a los técnicos, después
            de cumplir una buena campaña.

            Ese absurdo lo han repetido cons-
            tantemente. Lo hicieron con Car-
            los Sevilla, que les entregó un título
            después de 40 años. Le cortaron la
            cabeza  a  Rubén  Darío  Insúa que
            alcanzó otra corona y cerraron esa
            manía incontrolable, despidien-
            do al argentino Carlos Ischia, que
            sumó otro galardón. “Trabaja bien
            y te lanzo a la cuneta”, sería la re-
            flexión. ¡Increíble!.


            Creo que Guillermo Stábile pren-
            dió las primeras luces de lo estre-
            sante que es la carrera de técnico.
            En el transcurso de los partidos
            fumaba cigarrillos a montones y
            dejaba las colillas alrededor de la
            banca. ‘La laguna del cigarro’, le   Carlos Sevilla lo reconoce como una de
            decían en el Río de La Plata, por-  las grandes figuras de nuestro fútbol. Un
                                             técnico que dejó profundas huellas. Sevilla
            que formaba círculos de color café  es el entrenador nacional más importante
            junto a la zona de suplentes.      de la actualidad. Ha ganado dos títulos.

            Dios puso en mi camino a Juan López. Ya me referí a él en un capítulo
            anterior, pero en este recuento de los técnicos extranjeros que admiré

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