Page 253 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 12
extraña y que les vendan humo. Compran humo por toneladas. Pero,
hay que reconocer, también llegaron varios que dejaron enseñanzas.
Por ejemplo, el brasileño Otto Vieira, que armó uno de los grandes
equipos que ha tenido Barcelona en todos los tiempos. Fue aquel once
que le quitó el invicto a Estudiantes de la Plata en su propia cancha en
1971, con el memorable gol del padrecito Juan Manuel Bazurko, el
hombre de los botines benditos.
El equipo de Zubeldía ya era tricampeón de la Copa Libertadores e
iba por la cuarta corona. Fue una victoria monumental. Vino también
Roque Gastón Máspoli, que estuvo en Nacional, en la selección, pero
fue en Barcelona donde levantó el trofeo de campeón.
No hace falta reiterar los conceptos sobre el gigante arquero que ganó
el Mundial del 50. Era un agradecido. “Me pagan por hacer lo que
tanto me gusta, trabajo con jóvenes y aparte me aguantan con esta
edad”, me confió un día que conversamos, cuando ya los años le pedían
tregua a su gigantesco cuerpo.
Y saltan otros nombres con cartel: el uruguayo Héctor Scarone,
que fue un crack del fútbol, al que le decían ‘El Mago’ y que dirigió
a Deportivo Quito; el argentino Roberto Resquín, el brasileño José
Gómez Nogueira, que había sido mi maestro cuando fui jugador. El
dirigió a la selección de Pichincha en el memorable triunfo frente al
seleccionado argentino en 1960. Y como olvidarme del Mariscal José
María Ocampo. Fue el maestro de maestros.
El DT paraguayo estructuró las bases de Nacional. Colocó los
cimientos de la gloria futura. Fue un adelantado. Sabía todo y enseñaba
todo con enorme generosidad. Me dio enorme gusto visitarlo en
Asunción, su ciudad natal antes de su muerte. En aquella visita me
regaló un autógrafo que lo guardo celosamente. Tiene un enorme
valor sentimental.
El primer técnico extranjero que ganó un título en un equipo quiteño
fue el italiano Vesilio Bartoli. ‘El Viejo’ era un gran táctico y acomodó
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