Page 259 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 12



               no puedo dejarlo al margen. ‘Juancito’, así le llamaban a ese hombre de
               nobles sentimientos y enorme capacidad. Tenía un cartel que a muchos
               les habría dado patente de inalcanzables: fue el técnico uruguayo en
               el Maracanazo de 1950 y era un personaje simple, afable, querendón,
               sincero, generoso y conocedor profundo de los entretelones del fútbol.


               Sabía como nadie de táctica, solo que en ese Mundial de Brasil, se
               cumplió al pie de la letra, una ley que es más vieja que el fútbol mismo:
               “la victoria les pertenece únicamente a los jugadores”, por eso la leyenda
               de esa épica conquista, registra los nombres de Alcides Gigghia, de
               Pepe Schiaffino, de Roque Gastón Máspoli y sobre todo de Obdulio
               Varela, ‘El Negro Jefe’, al que le atribuyen haberse comido en pedacitos
               a los jugadores brasileños, con su don de mando y sus frases que ya son
               historia, como aquella, que reza: “los de afuera son de palo”, refiriéndose
               a los 220 mil espectadores que esa tarde lloraron a lágrima viva en el
               Maracaná de Río de Janeiro.

               El nombre de Juan López no tiene mayor relieve en esa historia,
               pero quienes tuvimos el placer de ser sus discípulos, como jugadores,
               primero, y como aprendices de técnico, después, estamos conscientes
               que un pedazo grande de esa historia maravillosa que es el Maracanazo
               le pertenece.


               Había que ganarle a Brasil en su propia cancha para hablar con
               propiedad. Él ya les hizo campeones en el camerino con su palabra
               sagrada. Yo seguí sus pasos, sus consejos, su filosofía, su habilidad para
               motivar. El me dio la clave de la caja fuerte del éxito. Lo demás sembré
               y coseché por cuenta propia.


               He sido amante del fútbol italiano. Es un fútbol pícaro, jugado por
               ‘bandidos’, en el buen sentido de la palabra, como respondiendo a
               las semillas que virtió el francoargentino Helenio Herrera, al que se
               le reconoce como el hombre que dio respetabilidad e importancia
               a la función de los técnicos. HH fue un personaje místico y mítico
               también. Un motivador de película. Hizo del Inter de Milán, el mejor
               equipo del mundo. Convencía a sus jugadores de que eran más capaces
               que los demás y los hacía sentir invencibles.

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