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Capítulo 13



                        LOS OLvidAdOS dEL fúTbOL





                     os utileros son los obreros anónimos del fútbol. Aquellos que
                     se mueven en silencio, sin trascendencia en la faz pública,
               Lpero que le brindan un enorme aporte a la tarea de los clubes.
               Sin su capacidad para organizar milimétricamente la utilería, sería
               complicado abastecer en forma eficiente las demandas de uniformes y
               botines, que son múltiples en el fútbol de hoy.


               Esos personajes que se mueven en las sombras, entre enormes bolsas,
               cientos de camisetas y pares de calcetines, montañas de zapatos de
               fútbol y una variedad extensa de aditamentos que están enteramente a
               su cargo, han sido mis aliados en cerca de medio siglo de permanencia
               en la mejor actividad del mundo.

               El paso del tiempo los ha convertido en profesionales. En mi época de
               jugador eran personajes de buena voluntad, que acercaban su concurso
               por puro amor al club. Las obligaciones eran menores, porque en ese
               tiempo, la indumentaria no tenía los detalles y la exhuberancia que
               hoy maneja. Ahora juegan un papel fundamental. De ellos depende
               el confort del plantel y en algunos casos, son proveedores de la fe.
               Montan verdaderos altares en los vestuarios, pidiendo a Dios por la
               victoria. Cargan junto a los útiles, imagenes de santos, paquetes de
               velas y ruegan en silencio por la obtención de resultados positivos.

               Luis Vásquez, ‘El Pirulo’ fue el primer utilero que conocí en el fútbol. El
               ‘primer dueño’ del vestuario en mis tiempos de jugador en el Argentina,
               y después en Deportivo Quito. Murió hace poco, a los 85 años de edad,
               dejando un recuerdo de solidaridad y espíritu de servicio.


               En su actividad extra fútbol fue el hombre de entera confianza del
               ingeniero Ney Mancheno. Durante décadas cumplió la función
               de bodegero de los almacenes de su empresa y lo hizo con alta
               honorabilidad y compromiso. Su defecto visual no fue un obstáculo.



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