Page 290 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza
en la cabeza, el masajeaba la rodilla, le cargábamos, aprovechando su
corta visibilidad.
Sus lentes de aumento eran como las bases de una botella de agua
mineral. No le pagaban. Vivía de su trabajo. Tenía un taller de
reparación de baterías, ubicado en la Esmeraldas y Montúfar. Era el
hermano mayor de Oscar Guerra, ‘El Sarsosita’, actor y compañero
eterno de Ernesto Albán. Fue el primer guía del mundo sofisticado que
ahora rodea al fútbol en ese género.
Después conocí a Ramón Chiriboga. El tomó la batuta que dejó Carlos
Guerra. Debe tener más de 80 años y todavía lo veo correr en el campo
de juego para asistir a los jugadores que caen en medio de la brega.
Trabajaba en la Botica Moderna. Ahí preparaba el linimento, a base de
mentol. Es un entendido. Ha pasado ‘carros y carretas’ en Deportivo
Quito. Se ha comido todas las tristezas y también todas las alegrías. Ha
participado en todas las vueltas olímpicas. Desde 1964 para adelante.
Chiriboga es un estandarte de fidelidad y amor al club.
En este recuento no puedo olvidar a un masajista que trabajaba en
Barcelona. Su nombre no lo recuerdo. Era un moreno alto y vigoroso
que hacía de masajista y de ‘sicólogo’, a la vez. Estoy hablando de mis
tiempos de jugador. Trabajaba en los músculos y en el cerebro, con sus
prédicas motivadoras. Era un verdadero espectáculo.
Milton Cervantes es capítulo aparte. Su conocimiento ya era
científico, de otra categoría. Su título de kinesiólogo lo demostraba
con sobriedad. Trabajaba en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad
Social, en Liga Deportiva Universitaria, donde fue toda una
institución y en la selección nacional cuando era requerido. De él
guardo inmensos recuerdos.
Ahora el apoyo científico juega un papel fundamental. Es un trabajo de
equipo que tiene su punto de arranque en el cuerpo médico. Ya no son
tareas aisladas. Ya en el Nacional de 1976, comenzamos a trabajar con
los médicos, que se interesaban directamente para tratar las lesiones de
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