Page 292 - LIBRO ERNESTO
P. 292

Ernesto Guerra Galarza



            TEnÍA COSTUMbRES, nO CábALAS


            Hay que diferenciar que es cábala y que es  costumbre. Cábala es
            una suposición, una supertición, una conjetura, una creencia extra y
            personal, la búsqueda de una ayuda milagrosa, de un factor que no tiene
            nada ver con el fútbol y su accionar dentro de la cancha. Analizado
            desde ese punto de vista, no fui cabalista, más bien estuve aferrado a las
            costumbres, a las rutinas que coincidían con los triunfos.

            En mis tiempos de jugador, un día me levanté y fui directo a la
            ducha. El jabón se me cayó seis veces. Fui a la cancha y fallé un
            tiro penalty, ocurrió en un partido en un campeonato nacional ante
            Guayas. Ya en mi función como director técnico, una mañana es-
            taba nervioso y tensionado antes de un partido importante. El ja-
            bón volvió a caerse reiteradamente de mis manos. Perdí el partido
            con una diferencia de más de dos goles. A partir de ese momento
            tomé todas las precauciones, el jabón no volvió a precipitarse al
            piso nunca más y ganamos varios partidos en seguidilla, hasta que
            un día perdimos. Entendí que la historia del jabón no tenía nada
            que ver, que había sido una coincidencia y nada más. Pasó a ser una
            anécdota.

            Cuando arranqué mi trabajo como director técnico, fumaba varios
            cigarrillos en el transcurso de los partidos, hasta que sentí serios es-
            tragos en la garganta. Fui a consultarle al doctor Augusto Gándara,
            un profesional brillante que era el médico de cabecera de toda mi
            familia. Me recomendó que sustituya los cigarrillos por caramelos.
            Al siguiente partido llevé una bolsa de dulces para compartir en la
            banca de los suplentes. En lugar de chuparlos los masticaba para
            mitigar la ansiedad, me traicionaban los nervios, hasta que una no-
            che terminé con un mortificante dolor de muelas. Volví a la con-
            sulta médica y Gándara encontró la fórmula para tranquilizarme.
            “Tómese un té de manzanilla, media horas antes de los partidos,
            previa a la charla técnica”, me recomendó y no abandoné esa sana
            costumbre hasta el día que me retiré. El té tenía un efecto milagro-
            so y supongo que sicológico.



            292
   287   288   289   290   291   292   293   294   295   296   297