Page 35 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 1



               recuerdo uno de sus versos del poema ‘Nieves de diciembre’, que me
               aprendí en primaria en cuarto grado. De este literato se ha perdido la
               continuidad de sus poemas.

               También recuerdo a ‘Mapahuira’ Cevallos. Miguel Ángel Cevallos,
               que  falleció hace poco tiempo, a su 90 años, en su casa de Bellavista.
               Se hizo famoso en el Colegio Mejía con sus discursos y debates.
               Esa cualidad, le valió para ser recibido en la Universidad Central
               por el propio Vicerrector de esos años, quién le preguntó: “¿Qué
               carrera quieres seguir ‘Mapahuira’?”. “Los números no me gustan.
               La medicina es muy cara para un joven como yo y allí no se usa la
               viperina. Yo quisiera ser abogado”, contestó Cevallos. “Entonces
               suerte, futuro doctor Mapahuira”, le adelantó el funcionario de la
               Universidad.


               El se ganó el apodo en el Mejía. Quiso bautizarle como “mapahuira”
               a un compañero que sudaba mucho y el otro le respondió: “más
               mapahuira serás vos”, al verle que sudaba como tapa de olla, cuando
               jugaba fútbol y la transpiración se mezclaba con la tierra de la cancha.
               Y le ganó la partida. Fue ‘mapahuira’ para siempre. El nombre de
               ese  residuo  oscuro  de  la  manteca  de cerdo,  lo acompañó  en  sus
               encontrones en el mundo de la política ecuatoriana, en la que su
               voz se hacía eco. Su temple le ganó la fama de que ponía y sacaba
               presidentes.


               En cuarto grado tuvimos un concurso de aritmética, el cual gané y
               me regalaron el libro ‘La Jangada’ de Julio Verne. El negocio de mi
               papá estaba ubicado a un lado de la Casa del Obrero. Ahí conocí
               a muchos políticos. Mi papá a pesar de tener su trabajo personal e
               independiente fue sindicalista, fundador y tesorero del Club Quito
               Comercial y Obrero, la primera agrupación que se formó antes de los
               Sindicatos.


               También fundó el Sindicato de Comerciantes Minoristas, cuyo
               síndico fue Juan Isaac Lobato. Habían sido compañeros desde la
               primaria hasta la secundaria. Eran luchadores sindicales y cuando
               se reabrió el Teatro Sucre, después de realizar varias reparaciones

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