Page 49 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 2



               En cuarto curso fui ascendido a la Selección de Primera, gracias
               a Rafael ‘El Gato’ Maldonado, un crack con todas las letras, un
               hombre  de  gran  historia,  como  Gavilánez,  Garnica,  Mosquera  o
               ‘Chinche’ Riveros, insignes jugadores de aquella época. El era
               profesor de Educación Física del Colegio Mejía. Jugaba de número
               ‘10’,  en el  Argentina primero  y  luego  en  Deportivo  Quito  y  la
               verdad es que la rompía, como dicen en el Río de la Plata.

               Era un talentoso con la pelota en los piés. ‘El Gato’ tuvo el ojo clínico
               para descubrirme. Posó sus ojos sobre mi y nunca lo defraudé. Habló
               con mi hermano Oswaldo para que me autorice para entrenar con el
               plantel del Argentina, que se preparaba diariamente en el parque de
               El Ejido. Oswaldo conversó con mi papá, recibí la aprobación y me
               enrolé en los entrenamientos. Llegaba tarde a casa, pero el sacrificio
               valió la pena. Ya era habitante del planeta fútbol.


               Fue el trampolín definitivo que impulsó mis sueños de convertirme en
               jugador de fútbol. Compartíamos el mismo propósito con compañeros
               como el ‘Negro’ Juan Ruales y Bermúdez que jugaban en La Loma y me
               llevaban de refuerzo para defender la camiseta del Pereira. Yo les llevé a
               los dos y a Cortéz a jugar en el Real Manabí. Compartíamos cancha y
               pelota desde los tiempos del Mejía, donde estudiamos todos.


               Antes de debutar en el Argentina, jugué dos partidos en El Gladiador,
               cuya sede funcionaba en la calle Vargas, entre Manabí y Esmeraldas.
               El gerente de la panadería ‘La Moderna’ nos había visto jugar en ‘El
               Hueco’, en los terrrenos de la Antigua Maternidad. Nos invitó a tomar
               un café y nos pidió que juguemos un partido en Ipiales y otro en Pasto.
               Pero en mi destino estaba escrito que debía transitar por otro sendero.

               fiRMé pOR Un CORTE dE CASiMiR y 500 SUCRES


               ‘El Gato’ Maldonado ya había hablado con Simon Weiss que era
               presidente del Argentina, que tenía preparado todo para ficharme. Yo
               tenía 16 años, cuando ‘El Gato’ me llevó al negocio del gringo Weiss,
               que funcionaba frente al Teatro Hollywood. Simon era un hombre de



                                                Memorias de un triunfador   49
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