Page 48 - LIBRO ERNESTO
P. 48

Ernesto Guerra Galarza



            EL TRánSiTO pOR EL ‘pATRón’ MEJÍA


            En el ‘Patrón’ me sentí como pez en el agua. Cambié la disciplina
            religiosa y católica, que impartían esos hermanos de cuello blanco,
            que eran amigos inseparables de la puntualidad, de la oración antes y
            después de cada clase, de asistir a misa todos los días, costumbres que
            nos formaron en la línea inviolable del respeto a nuestros semejantes,
            por una educación también de primera, pero más elástica.

            El saludo cordial, la consideración a las personas mayores, el ceder el
            paso, eran normas que recibimos en las aulas de La Salle. Aprendí a
            amar a Dios por sobre todas las cosas. A él que es el ser supremo, el
            único capaz de protegernos. Él ha guiado todos los momentos de mi
            vida. Los alegres y los tristes. Los de triunfo y también los de la derrota.
            Sus bendiciones me cayeron a granel. Como una catarata.


            En el Mejía comencé a disfrutar del valor innegociable de la
            libertad. Aprendí a competir en esa fauna estudiantil en la que nos
            mezclábamos especies de todas las clases sociales y económicas. En ese
            marco, el fútbol floreció y terminó de atraparme. Pasé a formar parte
            de la selección del Mejía de Segunda Categoría, cuando estaba en
            tercer curso. Ese grito de combate que no tiene parangón, aquel que
            reza y retumba con el: ‘M...e...j...i...a’, me movía las fibras más íntimas.
            Me obligaba a entregar la vida en la cancha. No podía defraudar a
            los ‘cachorros’ y a los mayores. Ese fue mi primer sentimiento de
            compromiso, con ‘la número 12’. La afición, la hinchada, esos
            anónimos habitantes del cemento que van a los estadios, confiando
            en la entrega sin renunciamientos.


            Los compañeros nuestros peleaban en las calles con los alumnos del
            Colegio Militar Eloy Alfaro, con los del Central Técnico, rivales
            a muerte con los que protagonizábamos auténticos clásicos, que
            desbordaban la pasión y que iban más allá del rectángulo de juego. Se
            peleaba por la divisa. Adentro y afuera de la cancha. Eran verdaderas
            batallas campales en nombre del honor y del fútbol. Si, del fútbol, el
            deporte más bello y apasionante de este mundo.



            48
   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52   53