Page 50 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza
gran estatura y buenos modales. Un caballero de fina estampa. Ahí
mismo firmé para vincularme al Argentina y mister Weiss me obsequió
un corte de casimir negro y 500 sucres. Aún vivíamos los tiempos del
fútbol amateur.
Simon Weiss, le decían 'El Gringo'. Era propietario de un negocio textil. Fue el dirigente que
firmó el primer contrato con Ernesto Guerra. Se vinculó por 500 sucres y un corte de casimir.
La mecánica de los entrenamientos cambiaron. Pasaron del mediodía
a las 6 y media de la mañana. Nos desplazábamos a pie hasta El Ejido.
Practicábamos en la parte posterior del estadio de ‘El Arbolito’, en
la cancha que era conocida como la de ‘Los Capariches’, como les
decían a los basureros que limpiaban y recolectaban los desperdicios
de la ciudad. Ahí guardaban las carretillas, las escobas y todos los
implementos que usaban para su dura e ingrata tarea. El entrenamiento
terminaba a las siete y media. Me duchaba de urgencia y corría con el
corazón en la boca hasta las aulas del Colegio Mejía.
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