Page 56 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza



            Pero en los días precisos de carnaval se desataba la locura. Abríamos el
            hidrante para hacerles sentar a todos los transeúntes que pasaban por
            la Plaza del Teatro. Después venían las incomparables ‘secadas’  que se
            realizaban en las noches. Eran unas reuniones de confraternidad  y paz
            que nos permitía fortalecer los vínculos de amistad.


            Otro hecho significativo de esos años fue el nacimiento de las Fiestas
            de Quito. Diario El Comercio preparó una serenata con el inmortal
            dúo Benítez y Valencia en la Plaza Grande, con el acompañamiento
            del ‘Pollo’ Ortiz en la guitarra. Como Quito era pequeño, la voz se
            corrió como un reguero de pólvora y hubo una gran asistencia. Luego
            repitieron la serenata en la Plaza del Teatro, con otro marco generoso
            de público y ahí terminó el programa.


            Después, a partir del año 1960, la fiesta fue tomando otras
            características, con el aliento y la dedicación que entregó el periodista
            César Larrea desde el vespertino Ultimas Noticias, que proyectó la
            preparación de serenatas y bailes en todos los barrios de la capital.
            Paralelamente nació la fiesta brava, con la Feria de Jesús del Gran
            Poder, que llegó a tener enorme importancia en el mundo de la
            tauromaquia y que con el tiempo pasó a ser el número central de las
            festividades de la ‘Carita de Dios’.


            Todo  me  encantaba.  La  fiesta,  los  amigos,  pero  mi  mente  estaba
            concentrada en el fútbol. Seguí un curso de Secretaría en el
            Instituto Oñate Peñaherrera para mostrarle a mi padre, que también
            respondía en los estudios. Y encontré el eco adecuado en mi viejo,
            que impulsó mi carrera con ese amor incomparable que nos brindó a
            todos sus hijos. Desde aquella época ya reconocía la labor sacrificada
            de los dirigentes. Son una parte escencial del deporte, en cualquier
            disciplina.


            Luego valoré la tarea del periodismo y la entendí a cabalidad, cuando
            tuve la oportunidad de tomar un micrófono para opinar por la radio
            y pararme frente a las cámaras de televisión para hablar sobre fútbol.
            Los periodistas madrugan al estadio y virtualmente se van apagando
            la luz de los escenarios en los que cumplen sus tareas informativas. Sin

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