Page 21 - Mikorey, Max - Judaismo y criminalidad
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Damian Hessel, Weyers, al ladrón Profesional Kob y a los judíos Kaufmann, Salomón
Raphael y Hirsch Spinnas, también de la misma profesión, éstos recuperaron su
libertad. Como es habitual, inmediatamente después de ser apresados se hicieron
presentes una judía y una "Schickse"(26) de Mersen, exhibiendo documentos del
evidentemente "chochemen"(27) alcalde del lugar, que constituían brillantes
testimonios de la buena conducta de aquéllos. Por consiguiente, los pillos volvieron a
salir y se inicia otra interminable cadena de violencia y asaltos.
Cuándo el Judío Hertog de Mersen, que se había unido a la familia del viejo Moyses
de Frisia, fue herido y apresado durante un asalto, los jurados lo absolvieron. Con
toda seguridad también éstos eran "chochem".
De qué modo el oficio de bandido en estas regiones no implicaba casi peligro, merced
a las influencias de los judíos, lo documenta la declaración del bandido Heckmann
(no-judío). "Un día - dijo - vino a verme un cierto Sussmann, un judío del Cantón
Eschweiler, con el propósito de comprarme un par de hebillas de plata para zapatos.
"Dejádme las hebillas baratas -comenzó-, será en vuestro provecho". Yo me mantuve
en el precio. "¿Sois chochem?" inquirió luego. Esta pregunta me sorprendido. "Si sois
chochem continuó el judío os quiero baldower algo". Yo estuve de acuerdo. El judío
me llevó hacia abajo, a una calle de la mano izquierda, a un sitio arbolado, próximo a
un convento en ruinas. En la esquina encontré una casa grande. "Aquí, aquí dijo el
judío, vive un rico comerciante. Mirad por encima de mis hombros, allí en la segunda
ventana debéis entrar. No está cerrada por completo. También toda la gente duerme
arriba. En la primera pieza donde llegaréis, de mano izquierda hay una cómoda dentro
de la cual se puede encontrar dinero en abundancia, relojes de oro, anillos y otros
objetos preciosos".
Yo - prosiguió Heckmann - no llegué a ejecutar el plan esbozado porque en el interín
me enfermé, pero a mis camaradas les resultó tanto mejor. Lo hicieron bajo el mando
de Franz Bosbeck, a quien acompañaban, entre otros, Afrom. May, Overtüsch y el
gordo Matheis. El botín consistió en mucho dinero, dos relojes de oro, dos pares de
hebillas de plata y otros objetos de valor. No hallaron mercaderías, a pesar de que el
judío las había mencionado.
A la mañana siguiente al asalto, el judío vino a mi, exigió su dinero de baldower y
viendo de que pretendía dejárselo sin nada, se puso furioso. Yo me ocupé de él y fui a
la taberna donde se hallaban Bosbeck y Overtüsch. Este se encontraba de buen humor,
hacía chistes, puso el dinero robado ante mis ojos y se rió de mí y de mi judío. Ante
mi enfado, Bosbeck salió de atrás de las cortinas y dijo que estuviera conforme, que el
baldower, según costumbre, no sería olvidado. Me dieron 16 coronas en monedas de
plata para él. Se las entregué fielmente, pero él creía tener derecho a exigir una suma
aun mayor. No dio sosiego hasta que no hubo recibido de cada bandido 2 coronas
más. "¡ También este judío fue llevado más tarde ante los jurados por participación en
diversos robos y fue absuelto!"