Page 23 - Mikorey, Max - Judaismo y criminalidad
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Moises Maynzer Job Drideuten
Mausche Polack Macholchen Achil Singer
Meyer Fuchs Sabel Völinger
Herz Hammerich(c/sus hijos) Falks Mottchen
Falk el padre Sabel Zinhofer
Schlaumännchen Hampel hohl mich
El holandés Nathan Augustin Overtüsch
Clemens de Colonia Hüskeshannes
El gordo Mathies Jennis de Aquisgrán
Hagamos notar que en esta nómina no se mencionan a los que actuaban por "cuenta
propia" y sólo esporádicamente colaboraban con la banda, tal el caso de "Scheele
Jikjak", al que la obra de referencia califica de "monstruo de primera magnitud". Más
o menos simultáneamente con los mérsicos, había actuado en la región de Krefeld una
banda de ladrones de poca monta integrada por soldados licenciados y otras
existencias frustradas. La gavilla, que trabajaba para el baldower judío Meyer, recién
adquirió mayor peligrosidad cuando quedó bajo la conducción de los judíos Nathan
Holländer y Leibchen Schloss, que no pudieron ser capturados con la mayor parte de
los bandidos e incorporaron a la misma al resto de los que se fugaron, que eran los
más peligrosos, como uno que se apellidaba Fetzer.
Cuando creyeron que el ambiente estaba más o menos despejado, prepararon un
nuevo crimen. Neuwied podía ser considerada al menos tan "kochem" como Mersen.
Aquí se reunieron Damian Hessel, Salomón Mansbach, el judío Waldmann y algunos
otros, además de Adolph Weyers. Concibieron el plan de saquear la casa de un
adinerado habitante de Daden, pero no se sintieron sufi-cientemente fuertes para ello.
Decidieron buscar el apoyo de Mersen, para lo cual viajó hasta allí como "gran señor"
en el correo especial, Weyers. Se consiguió la ayuda del grupo de los Macabeos:
Salomón Levy Schlaumännchen Salomón Schonat, Petschierstecher, Kernmilch,
Bacharach, Salomón Mansbach, Moses Abraham, Mausche Freihäuschen, Kaufmann
y Joseph Coloredo (también un judío). La localidad fue asaltada con todas las reglas
del arte, pero los bandidos se equivocaron de domicilio y tuvieron que darse a la fuga
ante la movilización de los pobladores. Lo que hasta ahora los tribunales no habían
logrado lo consiguieron los campesinos renanos. De aldea en aldea tañeron a rebato
las campanas y acudieron en auxilio los militares, quienes conjuntamente con los
campesinos llegaban a los mil hombres, lo que permitió la detención de toda la banda,
con excepción de Joseph Coloredo y de Kaufmann, así como de Fetzer, que había
quedado atrás aquejado de una repugnante enfermedad.
No obstante, el bandidaje distaba mucho de haber acabado. Aun estaban libres Meyer
y Mausche Gas, Hampel hohl mich, Freyen Polak, Mergemes Joseph, Afrom May,
Lang Leiser y Fetzer