Page 40 - Mikorey, Max - Judaismo y criminalidad
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Por intermedio de habilísimos careos, en el curso de la investigación se consiguió la
                     confesión de casi todos los bandidos y ladrones. Desgraciadamente, las penas no
                     guardaron relación con los delitos. Pese a que en primera instancia las condenas en
                     conjunto sumaban 1.264 años de presidio y 1.380 azotes, como castigo por 549
                     crímenes y un perjuicio en el patrimonio popular de 210.000 táleros, en segunda
                     instancia se rebajó aun esta medida punitiva reducida en vista del número de
                     acusados, ignorándose en muchos casos la existencia del delito de hurto en banda, y
                     se  los condenó, en total a 858 años de presidio y a 1.060 azotes. Unicamente 56
                     ladrones y bandidos fueron condenados a 10 y más años de trabajos forzados, sólo
                     uno (Josef Adolf Roshental) a 30 años, pero por vía de indulto se le rebajó la pena. De
                     este modo, el castigo recibido esta banda, especialmente por sus cabecillas, los
                     "Balmassematten", fue inferior a lo que exigía el anhelo popular. No obstante el
                     proceso suministró a las autoridades conocimientos extraordinariamente valiosos

                     sobre la gigantesca difusión de la delincuencia. Thiele, a en vez, llevó a cabo su
                     magnífica obra acerca de los aspectos fundamentales (los pormenores se le escaparon)
                     de la criminalidad judía de ese tiempo, brindando, asimismo, un léxico útil para el
                     funcionario criminal, extraído del, lenguaje técnico del hampa, e investigó también en
                     qué honda medida tales expresiones hebreas del argot criminal, ya habían penetrado
                     en el lenguaje corriente de vastas capas del pueblo alemán. Su obra resume
                     prácticamente la historia de la delincuencia judía del pasado.
                     Una parte no escasa de estas familias judías de ladrones profesionales ascendió
                     socialmente, y con frecuencia más tarde al señor abogado defensor judío se le podía
                     recordar  que  su  propio  abuelo había estado sentado como "Chochemer" en el
                     banquillo de los acusados del tribunal. Así se vio que en una época de desa-prensivo
                     liberalismo el nieto abogaba ardorosamente por los "derechos humanos" y por un trato

                     más indulgente para los criminales. Otro sector ascendió a la cresta de la economía
                     capitalista y encontramos entre los descendientes, incluso ya en dos casos entre los
                     condenados de este gran proceso a los judíos de 1831-32, a "respetados banqueros
                     berlineses". Y otra parte de miembros de tales familias, si bien transitó por la
                     intelectualidad, no olvidó los antiquísimos vínculos con el bajo fondo. (En dicho
                     proceso se descubrió que en el asalto a la caja de la Cuestura Universitaria, había
                     actuado como Baldower un estudiante judío).
                     Como literato, periodista y  abogado, el joven judío, en cuya sangre y memoria
                     permanecía viva la tradición de sus antecesores "Chochemer" quienes ya habían
                     utilizado a alemanes seducidos o inferiores para sus fines de bandidaje, se convirtió en
                     organizador del Marxismo. Karl Marx dio a esta doctrina meramente la forma
                     pseudocientífica: en efecto, la organización del bajo fondo para los fines de los judíos,
                     el verdadero sentido y esencia del Marxismo y del Bolchevismo proviene de lo más
                     profundo de la historia. Aquellas sanguinarias bandas armadas de facinerosos de los
                     siglos 17, 18 y 19, conducidas por los judíos y que tenían como instrumentos a

                     criminales autóctonos, son las precursoras históricas del Bolchevismo, del mismo
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