Page 6 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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O el Cardenal Cisneros, que no sabiendo o no pudiendo dar otros motivos para su política interna
ante ministros y cortesanos que le acosaban, se acercó a un balcón y mostrándoles las tropas
formadas en, el patio de Palacio les dijo Estos son mis poderes, frase que en otros países menos
civilizados que el nuestro sería interpretada como una bravuconada, o una impertinencia, o ambas
cosas a la vez, y con más razón habiendo sido pronunciada por un clérigo, pero que en España
colma de gozo a aquellos que, atinadamente, aprecian la grandeza de las sublimes palabras.
Podríamos citar docenas de frases lapidarias proferidas en este prestigioso país, especialmente en
los últimos ocho años. Para General muestra un botón Adolfo Suárez, ex Ministro Secretario del
Movimiento declaró, en 1976 No reniego de mi pasado. En U.C.D. sólo queremos cambiar lo
estrictamente imprescindible, de acuerdo con el paso del tiempo. Creemos en el
perfeccionamiento de lo Existente, en una transición; no en un cambio. No queremos insultar al
lector amigo con comentarios superfluos. Hay cosas y actitudes que se comentan solas. Como
tampoco queremos darle trabajo a un juez de instrucción reproduciendo frases y gestos de
determinados personajes políticos antes y después de la muerte del anterior jefe de estado,
general Franco. La Constitución y los medios de que disponen sus leales servidores nos merecen
el máximo respeto. De verás.
EL IV PODER HEGESIPPE SIMON
En las grandes democracias modernas, la Prensa, sabido es, recibe el apodo de El Cuarto Poder.
Quiere decirse, con ello, que sigue en influencia al Legislativo, al Ejecutivo y al Judicial. En la
realidad diaria, empero, nos tememos que muchas veces tiene más poder que los tres que
teóricamente la preceden, aún cuando a su vez se halle subordinada a otros poderes fácticos
absolutamente decisivos. Pero ello escapa al ámbito del presente libro, pues ahora nos interesa
únicamente destacar la importancia de la prensa en la divulgación de ciertas mixtificaciones
histórico-políticas, de gran importancia en su día, por superar la simple anécdota mundana y
convertirse en asuntos memorables, que llegaron a incidir en la opinión pública, cuando era más
difícilmente que en los tiempos actuales.
En los países latinos, es importante hacer reír. El que hace reír, en una discusión, es el vencedor.
Es imprescindible tener a los rientes como aliados. Así, el periodista que, para tomarles el pelo a
los parlamentarios franceses, creó, en Agosto de 1913, el personaje de Hégésippe Simon, podía
estar seguro, de entrada, de tener a todos los rientes de su lado. Por supuesto, no por ello estaba
menos persuadido de que no tenía ninguna posibilidad de hacer tambalear a las instituciones
parlamentarias, que habían sobrevivido al fenomenal escándalo de Panamá (4) sin que el
perezoso monstruo de la Opinión Pública se indignara demasiado. El mito de Hégésippe Simon,
pensaba su creador, no podía ser más que un simple divertimento, sin demasiada incidencia en la
vida pública. Veremos que sus esperanzas fueron superadas por la realidad. Pero es en el estado
de espíritu de su autor cómo debe leerse la circular inicial que recibieron, una mañana del último
verano precedente a la Primera Guerra Mundial, cien diputados franceses conocidos por su
adhesión a los Inmortales Principios de su Revolución
Señor Diputado,
Gracias a la liberalidad de un generoso donante, los discípulos de Hégésippe Simon han podido,
al fin, reunir los fondos necesarios para la erección de un monumento que salve del olvido la
memoria del precursor.
Deseosos de celebrar el centenario de este educador de la Democracia con todo el boato de una
festividad cívica, os rogamos tengáis a bien autorizarnos a inscribimos entre los miembros de
honor de nuestro Comité.
En el en que tuvierais la intención de tomar la palabra en el curso de la ceremonia de