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RASSINIER : La mentira de Ulises



                               dentales trabajaban clandestinamente, exponiéndose a graves riesgos y de una
                               manera apenas concebible. Se fabricaron dentaduras, aparatos de prótesis y puentes
                               para los presos a los cuales habían partido los dientes los de la S.S o que los
                               habían perdido con motivo de las condiciones generales de vida.» (Página 131.)

                            Es exacto. Pero los "camaradas" ayudados eran siempre los mismos: un Kapo,  un jefe
                       de bloque, un Lagerältester, un secretario, etc. Los de la masa que habían perdido sus dientes
                       por las razones indicadas murieron sin haber recuperado otros artificiales, o tuvieron que
                       esperar hasta la liberación para ser cuidados.
                            La clandestinidad de este trabajo era, por lo demás, muy especial y llevaba el acuerdo
                       previo de la S.S.
                                     «Durante el invierno 1939-1940 se llegó a crear una sala clandestina de
                               operaciones gracias a la estrecha colaboración de una serie de comandos y al acuerdo
                               tácito del doctor Blies de la S.S....» (Página 132.)

                            Se apreciará su alcance y sus consecuencias si se tiene en cuenta que las instalaciones
                       dentales y quirúrgicas estaban previstas en provecho de todos los presos de todos los campos.
                       Y que gracias a la complicidad de algunos de la S.S. bien situados, esas instalaciones
                       pudieron ser desviadas de su fin en provecho exclusivo de la Häftlingsführung. Mi opinión es
                       que si aquellos que procedían a este desvío «se exponían a graves riesgos» resulta muy de
                       justicia... visto desde abajo.

                       [229]
                            El mismo Eugen Kogon siente la fragilidad de este razonamiento:

                                     « El último año, la administración interna de Buchenwald estaba tan
                               sólidamente organizada, que la S.S. ya no tenía el derecho de inspección sobre
                               determinadas cuestiones interiores muy importantes.
                                     »Fatigada, la S.S. se había acostambrado ahora a "dejar ir las cosas a su
                               ritmo" y, en conjunto, permitía actuar a los políticos.
                                     »Ciertamente, siempre era la clase dirigente la que, identificándose más o
                               menos ( ) con las fuerzas antifascistas activas, se aprovechaba más de este estado de
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                               cosas: la masa de los presos sólo se beneficiaba ocasional e indirectamente de
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                               más la intervención de la S.S. cuando la dirección de los presos, por su propia
                               autoridad, había tomado medidas en interés de todos.» (Página 284.)

                            Evidentemente, se puede interpretar que si «la S.S., en conjunto, permitía actuar a los
                       políticos y dejaba ir las cosas a su ritmo» era porque estaba «fatigada» o «habituada»: también
                       es una manera de ver las cosas... No por ello quedaré menos persuadido de que fue porque los
                       políticos le habían dado pruebas numerosas y perceptibles de su adhesión al mantenimiento
                       del orden, por lo cual había inferido ella que podía otorgarles su cofianza en un elevado
                       número de casos.
                            En cuanto a las «medidas tomadas en interés de todos», quizá evitaban la intervención
                       de la S.S., pero era precisamente en esta singular «ventaja» en la que radicaban las causas de
                       todas las catástrofes que se descargaban sobre la masa: más vale ser tratado por Dios que por
                       sus santos. Además, si el poder se consolida en la medida en que logra dividir a las posibles
                       oposiciones, también se debilita recíprocamente por ]as disensiones entre los que participan de
                       él: desde este punto de vista, una S.S. ejerciendo un control constante y meticuloso de todo
                       lo que pasaba en el campo, hubiera sustituido la desconfianza por el espíritu de connivencia en
                       todas las relaciones que mantenía con la

                       [230] Häftlingsführung. Que la S.S. no quería esto, se comprende fácilmente. Pero la otra
                       tampoco lo quería: había pasado deliberadamente el Rubicón, y, en vez de una situación que
                       le hubiese asemejado a la masa de los detenidos, prefería – costase lo que le costase a la
                       comunidad – la posibilidad de practicar una adulación rastrera cuyos insignificantes beneficios



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                         Delicioso eufemismo.

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