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RASSINIER : La mentira de Ulises



                               hasta el presente, la alimentación de los presos, y de acuerdo con las
                               administraciones deben someter al comandante del campo sus propuestas de
                               mejora. No obstante, éstas no deben quedar sobre el papel, sino que deben ser
                               regularmente controladas por los médicos de los campos.
                                     »Es preciso que la cifra de mortalidad sea disminuida notablemente en cada
                               campo, pues el número de presos debe ser puesto al nivel exigido por el
                               Reichsführer de la S.S. Los médicos primeros del campo tienen que emplear todos
                               sus medios para conseguir esto... El mejor médico en un campo de concentración
                               no es el que cree útil distinguirse por una dureza fuera  de lugar, sino el que
                               mantiene en el más alto grado posible la capacidad de trabajo a través de la
                               vigilancia y procediendo a cambios en los lugares de trabajo.» (Páginas 111 y 141,
                               citado en dos veces.)

                            Quizá podrían venir otros documentos en apoyo de la tesis que sostengo: duermen
                       todavía en los archivos alemanes, donde, en caso de que ya estén puestos al día, no han sido
                       publicados por aquellos que han tenido la suerte de compulsarlos. El método que se sigue
                       para efectuar este trabajo es sorprendente. Por ejemplo, con el título de  El payaso no ríe
                       David Rousset ha publicado una colección de documentos relativos a las atrocidades

                       [225] alemanas en todos los dominios; él calla respecto a la segunda de las dos precitadas
                       circulares porque destruye en gran parte su argumentación; y si bien cita la primera, adultera
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                       completamente el sentido de ella ( ). A este respecto, si bien hay motivos para desconfiar de
                       las explicaciones e interpretaciones de Eugen Kogon, hay que felicitarse de que haya sido lo
                       bastante objetivo – quizá incluso involuntariamente – para descubrir la verdad.
                       EL PERSONAL SANITARIO.

                                     «En los primeros años el personal sanitario no tenía ninguna competencia.
                               Pero poco a poco logró una gran experiencia práctica. El primer Kapo de la
                               enfermería de Buchenwald era impresor; su sucesor Walter Kramer era una fuerte y
                               animosa personalidad, muy trabajador y con sentido de la organización. Con el
                               tiempo llegó a ser un notable especialista para las heridas y las operaciones. Por su
                               posición, el Kapo  de la enfermería ejercía en todos los campos una influencia
                               considerable sobre las condiciones generales de existencia. Por eso los detenidos ( )
                                                                                                 2
                               no llevaron nunca a un especialista a este cargo, aunque ello hubiera sida posible
                               en numerosos campos, sino a una persona que estuviese dedicada enteramente al
                               grupo reinante  en el campo. Cuando, por ejemplo, el Kapo Kramer y su más
                               próximo colaborador Peix fueron fusilados por la S.S. en noviembre de 1941, la
                               dirección de la enfermería no pasó a un médico, sino que por el contrario fue
                               confiada al ex diputado comunista en el Reichstag Ernst Busse. Este, con su
                               adjunto Otto Kipp de
                       [226]
                               Dresde, se dedicó a la parte puramente administrativa  ( ) de este servicio cuya
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                               actividad no dejaba de desarrollarse, y participó notablemente en la creciente
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                               de este servicio, habría llevado sin duda alguna al campo a una catástrofe, pues
                               nunca hubiera podido ser capaz de dominar todas las complicadas intrigas, y cuyo
                               desenlace, yendo más lejos, era frecuentemente mortal.» (Página 135.)





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                         David Rousset ha hablado igualmente de una disposición del III Reich para la protección de las ranas y ha
                       comparado el texto con el inconcebible régimen impuesto a los internados. ¿Es que hay necesidad de advertir que
                       la Francia republicana posee colecciones enteras de documentos que legislan sobre la protección de las ranas, de
                       los pescados, etc., y que cada año propagan ampliamente todas las prefecturas? ¿Y qué felices resultados no se
                       podrían obtener con la pluma si se las comparase con aquellas relativas a la infancia desgraciada, a la suerte de
                       los pueblos coloniales o aun al régimen penitenciario?
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                         Esta generalización es abusiva; se trata sólo de aquellos que improvisadamente se habían puesto como sus jefes,
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                         Todos los presos de Buchenwald pueden asegurar que su punto de vista era predominante en materia sanitaria y
                       médica.

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