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RASSINIER : La mentira de Ulises



                               contentó con provocar la caída de todos aquellos
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                               que no le agradaban, sine que entorpeció el empleo de los servicios de la
                               organización autónoma de presos en favor de los detenidos. Finalmente, en los
                               primeros días de 1942, se sintió enfermo y fue lo bastante estúpido como para
                               dirigirse a la enfermería. Así se entregó a sus adversarios. Con la autorizaciórõ del
                               doctor Hoven de ta S.S., que había trabajado durante mucho tiempo en este
                               asunto y estaba de parte de los potíticos, se declaró inmediatamente que Kushnir
                               era contagioso, se le aisló, y unas horas más tarde se le mató con una inyección de
                               veneno.» (Página 276.)

                            Gregorij Kushnir-Kushnarev probablemente era culpable de todo lo que se le acusa,
                       pero todos aquellos que han trepado por los escalones de la jerarquía de los campos de
                       concentración y han ocupado el mismo puesto antes  o después que él, se han portado de la
                       misma manera y tienen sobre su conciencia los mismos crímenes. Este no tenía la aprobación
                       de Eugen Kogon... Sea lo que sea, es difícil de creer que la S.S., en la persona del doctor
                       Hoven, haya tomado gratuitamente una parte tan activa en su eliminación.
                            Eugen Kogon añade:

                                     «Recuerdo todavía el suspiro de alivio que pasó a través del campo, cuando
                                con la rapidez del relámpago se difundió la noticia de que Kushnir había muerto en
                                la enfermería.»

                            El clan del que formaba parte el testigo lanzó sin duda alguna un suspiro de alivio, y
                       esto se concibe ya que esta muerte significaba su advenimiento al poder. Pero el suspiro fue
                       sólo de satisfacción en el resto del campo, en el que la muerte por ejecución de un miembro
                       influyente de la Häftlingsführung siempre era acogida con alguna esperanza de ver mejorar por
                       fin la suerte común. Al cabo de algún tiempo, se descubría que nada había cambiado y hasta
                       la siguiente ejecución resultaba indiferente para todo el mundo el ser sacrificado en el altar de
                       la verdad o en el de la mentira, unidos ambos en el horror.
                       [235]

                       TRANSPORTES.

                                     «Se sabe que en los campos la oficina estadística del trabajo, formada por
                               presos, administraba el empleo de los trabajadores bajo el control y las
                               instrucciones del jefe de la mano de obra y del servicio del trabajo. Con los años,
                               la S.S. no pudo atender las enormes peticiones. En Buchenwald, el capitán
                               Schwarz de la S.S. sólo intentó una vez formar por sí mismo un transporte de mil
                               presos. Después de haber hecho permanecer a casi todo el campo media jornada en
                               la plaza para pasar revista, logró reunir 600 hombres. Pero los individuos
                               examinados que hubieran tenido que salir de la fila se marcharon sencillamente en
                               otras direcciones y nadie quedó en manos de Schwarz...» (Página 286.)

                            A mi juicio, no había ningún inconveniente para que la experiencia Schwarz se
                       repitiese cada vez que se tratase de organizar un transporte hacia cualquier lugar de trabajo: si
                       la S.S. nunca hubiera podido lograrlo, hubiera sido mejor. Pero:

                                     «A partir de este momento, el jefe de la mano de obra confió a los presos de
                                la Arbeitsstatistik todas las cuestiones sobre el reparto del trabajo.» (Ibídem.)
                            Y después de haber sido uno seleccionado en la plaza, ya no era posible "marcharse en
                       otras direcciones" como con Schwarz: todos los Kapos, jefes de bloque, Lagerschutz ( ) etc.,
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                       con la porra de goma en la mano, formaban una amenazadora barrera contra toda tentativa de
                       huida. Comparado con ellos, el S.S. Schwarz resultaba un bonachón. Eran comunistas,
                       antifascistas, antihitlerianos, etc., pero no podían tolerar que alguno turbase el orden hitleriano



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                         Policías escogidos entre los presos.

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