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RASSINIER : La mentira de Ulises



                       que la S.S. tenía previsto el burdel en todos los campos...

                       SOPLONERíA.
                                     «Las jefaturas de la S.S. colocaban espías en los campos para estar
                                informadas de los sucesos internos... La S.S. sólo obtenía resultados con espías
                                escogidos en el propio campo: delincuentes comunes, asociales y también
                                políticos... (Página 276.)
                                     «Era muy raro que la Gestapo escogiese en los campos presos para hacer de
                                ellos espías y soplones. La Gestapo hizo tan malas experiencias con las tentativas
                                de este género, que felizmente sólo empleó este media en casos muy raros.»
                                (Página 225.)

                            Parece bastante sorprendente que un procedimiento que daba resultados cuando era
                       empleado por la S.S., pudiese fracasar al servicio de la Gestapo. De hecho, es exacto sin
                       embargo que la Gestapo sólo excepcionalmente recurrió a él: no tenía necesidad. Todo
                       internado que conservaba una parte de poder o un empleo por recomendación era más o menos
                       un soplón que informaba a la S.S. directamnente o por mediación de otra persona: cuando la
                       Gestapo quería un informe, le bastaba con pedírselo a la S.S...
                            Examinados atentamente , los campos estaban cogidos en las mallas de una vasta red
                       de soplones. En la masa estaban los pequeños, los mercachifles del oficio que informaban a la
                       gente de la Häftlingsführung por servilismo congénito, por una sopa, un pedazo de pan, una
                       barra de margarine, etc., o incluso inconscientemente. Por grandes que hayan sido, sus
                       fechorías no han entrado aún en la historia por falta de historiadores. Por encima de ellos,
                       estaba toda la Häftlingsführung, que cuando era menester espiaba a la masa por cuenta de la
                       S.S. Finalmente, la Häftlingsführung estaba compuesta por individuos que se espiaban entre
                       ellos.
                            En estas condiciones, la delación tomaba frecuentemente aspectos singulares:

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                                     «Wolf (antiguo miembro de la S.S., homosexual y Lagerältester  en 1942)
                               se puso a denunciar por cuenta de sus amigos polacos (era el amante de un polaco)
                               a otros camaradas. Incluso en cierta ocasión, fue lo bastante insensato como para
                               proferir amenazas. Sabía que un comunista alemán de Magdeburgo iba a ser
                               liberado. Cuando le dijo que sabría impedir su liberación señalándole por actividad
                               política en el campo, recibió como respuesta que la S.S. conocería sus prácticas de
                               pederastia. La contienda se envenenó hasta el punto de que la dirección ilegal del
                               campo se adelantó a la acción de los fascistas polacos entregándoles a la S.S.»
                               (Página 280.)

                            Dicho de otra manera, la denuncia que era una ignominia cuando era practicada por los
                       verdes, se convertía en una virtud, incluso con carácter preventivo, cuando era hecha por los
                       rojos. ¡ Dichosos rojos que pueden librarse colocando la etiqueta de «Fascista» sobre la frente
                       de sus víctimas!
                            Pero en lo siguiente se ve mejor:

                                     «En Buchenwald tuvo lugar , en 1941, el caso más famoso y más siniestro
                               de denuncias voluntarias ( ) cuando el emigrado ruso blanco Gregorij Kushnir-
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                               Kushnarev, que pretendía ser general zarista y ganó durante meses la confianza de
                               numerosos medios, se puso a entregar al cuchillo de la S.S. a toda clase de
                               camaradas, especialmente de prisioneros rusos. Este agente de la Gestapo,
                               responsable de la muerte de centenares de presos, se atrevía también a denunciar de
                               la manera más infame ( ) a todos aquellos con los cuales había entrado en conflicto,
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                               incluso por motivos secundarios. Durante mucho tiempo no fue posible cogerle
                               solo para matarle, pues la S.S. velaba especialmente por él. Finalmente, ella le
                               nombró, de hecho, director del secretariado de los presos. En este puesto no se


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                         Esta filosofía admite sin duda una denuncia... !involuntaria! Como se ve, no faltan las salidas de escape.
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                         ¡Pues evidentemente hay maneras de denunciar que lo son menos o nada en absoluto!

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