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RASSINIER : La mentira de Ulises




                       EL COMPORTAMIENTO DE LA S.S.

                            Comparo entre sí dos afirmaciones:

                                     «Algunos presos que maltrataban a sus camaradas, o incluso les golpeaban
                               hasta causarles la muerte,
                       [219]
                               evidentemente nunca eran castigados por la S.S. y tenían que ser matados por la
                               justicia de los detenidos.» (Página 98.)

                       y:

                                     «Una mañana se encontró a un preso colgado en un bloque. Se abrió una
                               encuesta y se descubrió que el «ahorcado» había muerto después de haber sido
                               horriblemente golpeado y pateado, y que el Stubendienst  dirigido por el
                               Blockältester  Osterloh ( ) le colgó para simular un suicidio. La víctima había
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                               protestado contra una sustracción de pan por el Stubendienst. La dirección del
                               campo de la S.S. logró ( ) echar tierra al asunto y reposo al asesino en su puesto, de
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                               forma que no cambió nada.» (Página 50.)
                            Es exacto que la jefatura del campo de la S.S. generalmente no intervenía en las
                       discusiones que enfrentaban a los presos entre sí, y en vano se podía esperar de ella cualquier
                       decisión de justicia. No podía ser de otra manera:
                                     «Ella ignoraba lo que sucedía realmente detrás de las alambradas.» (Página
                               275.)
                             La Häftlingsführung, en efecto, multiplicaba los esfuerzos para que ella lo ignorase.
                       Erigiéndose en verdadera «justicia de los detenidos», aprovechando para tomar las más
                       inverosímiles decisiones que no se podía apelar de ningún modo contra ellas, no recurría
                       nunca a la S.S. más que para reforzar su autoridad cuando sentía que se debilitaba. No
                       obstante, no quería ver intervenir a aquélla, temiendo a la vez que fuese menos severa, lo cual
                       pubiera puesto a discusión en la masa su autoridad y las apreciaciones de ella en cuanto a su
                       aptitud para gobernar, y hubiese creado el problema de su destitución y de su reemplazo.
                       Prácticanente, todo esto se resolvía con un compromiso: la Häftlingsführung  «evitando los
                       chismes», impidiéndoles atravesar

                       [220] la pantalla que ella formaba; la S.S. no interesándose por nada, con la salvedad de que
                       reinase el orden y fuese inatacable.
                            En el caso que se ha expuesto, si el jefe de bloque Osterloh hubiese sido un rojo, nada
                       habría llegado a oídos de la S.S. de otro modo que no fuese el de la versión del suicidio de la
                       víctima, lo cual no ofrecía dificultades. Pero era un verde y representaba una de las últimas
                       partículas del poder que su categoría conservaba en el campo: los rojos le denunciaron con la
                       esperanza de eliminarle. La S.S. no resolvió en la medida de sus deseos. Así lo quería el
                       orden: un jefe de bloque, incluso culpable, no podía resultar sospechoso ni ser castigado más
                       que por la autoridad superior, en ningún caso a petición o por reacción de la masa. Que fuese
                       verde o rojo, era igual.
                            Se pueden invertir los términos de la proposición, transformar al acusado en víctima y
                       a la víctima en asesino: en este caso la propia Häftlingsführung  hubiese hecho éste
                       razonamiento. Sin preocuparse del color de Osterloh, ella se hubiera considerado como
                       afectada o amenazada en sus prerrogativas y hubiese dado aviso a la S.S. pidiendo un castigo
                       ejemplar – a menos que, lo cual es más probable, ella no hubiera aplicado primeramente el
                       castigo y solamente después hubiese pedido a la S.S. la confirmación mediante sentencia. En
                       el primer caso, la S.S. lo transmitía al grado jerárquico superior y esperaba la decisión: paso




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                         Un verde, y por eso se relata el incidente como si tuviese un "valor de ejemplo".
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                         Subrayado por nosotros.

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