Page 114 - Pacto de silencio
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poder achacarse su caso a la fantasmagórica partida de aceite presuntamente tóxico
que se cobraba sus también presuntas víctimas puntualmente en la primavera de
1981, y no antes?
Dicho sea de paso que este caso es el que propició el que —por habérselo pedido
así el abogado José Merino Ruiz— el catedrático de Medicina Legal y director del
Instituto de Ciencias Forenses de Sevilla, Dr. Luis Frontela Carreras, al practicar la
autopsia a la fallecida, se interesara por el origen auténtico del síndrome tóxico.
Puesto que, a pesar de haber enfermado muchísimo antes de la comercialización de la
partida presuntamente tóxica de aceite, el dictamen del Dr. Frontela establece que
«los hallazgos macroscópicos de autopsia y los análisis de vísceras de María-
Concepción Navarro Hernández son coincidentes con los de otros fallecidos por el
llamado “síndrome tóxico”». También para el Dr. Frontela, el origen de la gravísima
intoxicación masiva radica en los organofosforados.
Cabe tener muy presente igualmente el Estudio sobre el «síndrome tóxico»
publicado el 15 de enero de 1982 por el Centro Municipal de Salud del Ayuntamiento
de Getafe. Puesto que en él se destaca que quince afectados del síndrome tóxico en
aquel municipio mantienen e insisten en que no tomaron aceite tóxico, ni de marca ni
a granel.
El epidemiólogo inglés sir Richard Dolí, que se marchó de Madrid en olor de
aplausos multitudinarios de un amplio sector de afectados que mantienen que los
industriales aceiteros acusados les envenenaron, por haber defendido durante su
comparecencia ante el tribunal que el aceite de colza desnaturalizado fue
efectivamente el causante de la tragedia, dijo el 7 de julio de 1987 que si había un
solo afectado que no hubiera consumido aceite adulterado, él debería revisar su
dictamen. Creo que acabamos de ver a unos cuantos de estos afectados que, a fuer de
sincero y honesto, deberían invitar al epidemiólogo inglés a revisar efectivamente su
dictamen.
También dijo sir Richard Dolí el día anterior categóricamente: «Afirmo que el
aceite adulterado con anilina fue la causa del síndrome tóxico, pero ignoro el efecto
químico que provocó la reacción». Más adelante hablaremos de lo que sobre la
inocuidad de estas anilinas opinan otros científicos. Si sir Richard Dolí reconoce que
ignora el efecto químico del supuesto tóxico, está diciendo que su argumentación de
culpabilidad está basada en datos exclusivamente epidemiológicos, También
analizaremos más adelante cómo los datos —supuestos datos— epidemiológicos que
tienden a culpar al aceite de colza, se diluyen en un análisis objetivo de la misma
forma que se diluyen los castillos de arena cuando el oleaje arrecia en las lindes de la
playa. Pero regresemos a las argumentaciones del Dr. Muro:
«6. ¿Cómo se explica que aparezcan productos de la biotransformación del
tóxico en los enfermos, que no pueden tener relación química alguna con los
tóxicos detectados en los aceites?
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