Page 35 - Pacto de silencio
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En querella presentada con fecha 8 de abril de 1987 ante el Juzgado de
instrucción de Madrid y dirigida inicialmente contra la Dra. Gertrudis de la Fuente y
el ya mencionado Dr. Ángel Pestaña, director del instituto de investigaciones
Biomédicas del CSIC (viperinas lenguas susurraban que semejaba una querella contra
el Opus, fuego avivado por las tangenciales maniobras por involucrar de alguna
forma a Ruiz Mateos en el síndrome tóxico), se acusa a ambos de encubrir las
responsabilidades contraídas por ellos y por otras personas, con las que actuaban en
concierto, «para ocultar el origen del “síndrome tóxico”, asumiendo con ello notoria
responsabilidad, en orden a los daños sufridos por los afectados, a los que de esta
forma se les negaba el tratamiento que podía habérseles deparado, de haberse hecho
público el origen de la enfermedad, facilitándoles en tiempo oportuno el antídoto,
“atropina”, y el tratamiento sintomático adecuado como complemento de aquél».
El texto de la querella continúa más adelante: «Los querellados con la conducta
imputada, desarrollada para mantener la investigación sobre el aceite como origen del
“síndrome Tóxico” e impedir la inculpación de los organofosforados, han podido, de
hecho y como consecuencia de aquella ocultación de la verdad el que los afectados
del “síndrome tóxico” hayan podido recibir un más conveniente tratamiento médico
que hubiese aliviado sus dolencias, aun cuando no hubiesen podido obtener un total
restablecimiento. Sin duda alguna a esta conducta ha de concatenarse la agravación
de las lesiones por ellos sufridas y quizás también el fallecimiento de alguno de ellos,
poniéndose así de manifiesto, cuanto menos una conducta de grave imprudencia
temeraria, que podría alcanzar los niveles del dolo eventual e incluso del dolo, como
la instrucción sumarial en su día pondrá de manifiesto».
«Es de destacar que el Doctor Sánchez-Monge Médico Militar, y por ello
conocedor de la intoxicación por organofosforados, producto este que es utilizado
como agente agresivo de guerra química, ha venido tratando, con verdadero y
espectacular éxito a enfermos del “síndrome tóxico”, tratándoles a este fin con los
fármacos adecuados a una intoxicación por productos organofosforados».
Más adelante el texto de la querella insiste de forma determinante en la ocultación
de la verdad por los querellados desde los primeros momentos para impedir la
investigación de organofosforados y así ocultar el auténtico origen del síndrome,
«conducta a la que ha de conectarse casualmente la agravación de las lesiones
producidas en los enfermos al no recibir el antídoto y tratamiento adecuado a la fase y
gravedad de la intoxicación sufrida y también, sin duda alguna, el fallecimiento de
alguno de los afectados, como la instrucción de la presente causa pondrá de
manifiesto».
Cabe subrayar con mayor énfasis aún la grave negligencia de las autoridades
sanitarias de la primavera de 1981, cuando se considera que ya a los 11 días justos de
conocido el primer caso, el Dr. Ángel Peralta Serrano jefe del departamento de
Endocrinología del Hospital Infantil de la Ciudad Sanitaria La Paz, de Madrid, en
artículo publicado en el diario Ya de fecha 12 de mayo de 1981, y después de
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