Page 57 - Pacto de silencio
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¿ACEITE O TOMATE?







           De  esta  guisa  se  perfilarían  ya  desde  el  mismo  día  5  de  mayo  —a  los  5  días  de
           detectada la enfermedad— dos opiniones claramente contrapuestas con respecto a la
           forma de enfocar el problema.
               La  línea  de  investigación  propugnada  por  la  Administración  desembocaría  por

           ende en la suposición de que la nueva enfermedad fue producida por la ingestión de
           determinada  partida  de  aceite  de  colza  desnaturalizado,  importado  de  Francia  y
           sometido  a  un  proceso  de  renaturalización  (extracción  o  separación  del  producto
           colorante) en España, mientras que la investigación emprendida por el Dr. Muro y su

           equipo  desembocaría  en  la  suposición  de  que  la  enfermedad  fue  producida  por  el
           consumo  de  una  partida  de  tomates  tratados  con  un  compuesto  de  insecticidas
           organotiofosforados, cultivados en Roquetas de Mar, en Almería.
               Pero  echemos  un  fugaz  vistazo  a  la  rápida  propagación  de  la  epidemia

           inmediatamente  después  de  que  el  Subdirector  General  de  Salud  Pública,  Luís
           Cañada, declarara a Diario 16 que «la población no corre peligro», y a las medidas de
           urgencia adoptadas en los primeros días por la Administración, antes de continuar
           con  la  exposición  de  las  crecientes  divergencias  entre  la  actuación  oficial  y  la

           investigación del Dr. Muro.
               Después  de  aislada  la  legionella  gormanii,  como  ya  mencioné,  en  el  Centro
           Ramón y Cajal, el 6 de mayo se crean por la Secretaría de Estado para la Sanidad los
           grupos  de  Trabajo  microbiológico,  clínico  y  epidemiológico.  El  9  de  mayo  se

           constituyó la Comisión Clínica que cita a los directores de los hospitales de Madrid
           para  informarles  de  la  existencia  de  un  brote  epidémico  del  que  podría  ser
           responsable la legionella o enfermedad del legionario. En esa reunión sé revisaron 23

           casos existentes hasta esa fecha, la mayoría de ellos adultos. La comisión etiqueta a la
           enfermedad  como  «neumonía  atípica»,  tal  vez  producida  por  un  mycoplasma.
           Posteriormente, la comisión señaló los hospitales a los que debían de dirigirse los
           enfermos. El mismo día se constituyeron distintos grupos de trabajo y se estableció
           una secretaría permanente de información durante las 24 horas del día. Para el día 11

           de  mayo  ya  se  estaban  censando  diariamente  de  150  a  200  casos  nuevos,  no
           solamente  en  la  provincia  de  Madrid,  sino  también  en  las  provincias  de  Ávila  y
           Segovia, y en fechas posteriores también en Valladolid, Palencia, Salamanca, León,

           Burgos,  Soria,  Zamora,  Toledo  y  Santander.  El  número  de  nuevos  casos  crecía  ya
           vertiginosamente  y  el  6  de  junio  hay  2 000  hospitalizados  en  Madrid  y  600  en
           provincias. El número de urgencias en los hospitales se había triplicado y el número
           de ingresos por día —solamente en Madrid, sin contar los de Otras provincias— era
           de 341. La epidemia ya no se detendría hasta cobrarse más de 25 000 víctimas, de las

           cuales murieron más de 600.



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