Page 58 - Pacto de silencio
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UNA ENFERMEDAD ÚNICA







           En lo que sí están todos de acuerdo, ya sean los defensores de la hipótesis oficial
           como  los  disidentes  de  la  misma,  ya  sean  españoles  o  extranjeros,  americanos  del
           CDC o europeos de la OMS, es en el hecho de que se trata de una enfermedad única
           en el mundo, de nueva aparición y absolutamente desconocida con anterioridad. Es

           importante tenerlo en cuenta al considerar el síndrome tóxico como efecto trágico en
           el marco de un ensayo de una nueva combinación de productos, aplicable, en caso
           satisfactorio, a la guerra química. Como muy delicadamente lo insinuó el presidente
           de  la  Federación  Provincial  de  Asociaciones  de  Consumidores  y  Afectados  por  el

           Síndrome Tóxico, de Madrid, Pedro César Sanz Orozco, en un informe que con fecha
           20  de  junio  de  1984  remitió  a  los  componentes  del  grupo  de  trabajo  de  la
           Organización Mundial de la Salud reunidos en aquel mes y año en el Ministerio de
           Sanidad y Consumo en Madrid:

               «Es un hecho que la sintomatología presentada por las víctimas no corresponde a
           ninguna  enfermedad  conocida,  aunque  esto  no  deba  de  significar  que  no  esté
           producida por un agente tóxico conocido, ya que bien pudiera darse el caso de que lo
           que no sea conocido sean sus efectos en el ser humano o sus diferentes efectos en

           función de la vía de contaminación: contacto, respiratoria, digestiva, etc.»
               La aludida OMS, por su parte, y en las conclusiones a que llegó un año antes tras
           su reunión también en Madrid en marzo de 1983, señalaba que «el SAT (Síndrome
           del Aceite Tóxico, denominación y siglas que por sí solas ya hablan del prejuicio y

           por  tanto  escaso  espíritu  científico  que  animaba  a  los  investigadores  oficiales  que
           debían buscar el origen del síndrome) tiene una fase aguda y una fase crónica que
           presentan  rasgos  semejantes  a  los  de  entidades  morbosas  bien  conocidas,  pero  la

           combinación  del  cuadro  clínico  y  los  hallazgos  anatomopatológicos  es  singular  y
           sugiere que este síndrome es nuevo».
               Esta tímida sugerencia se trocaría al año siguiente en firme convicción cuando,
           reunidos  el  Comité  Científico  del  Síndrome  Tóxico  en  Madrid  por  la  Oficina
           Regional para Europa de la OMS, en el anteriormente citado mes de junio de 1984

           afirma que el síndrome constituye un cuadro único y distinto a cualquier enfermedad
           conocida desde el punto de vista anatomopatológico clínico y epidemiológico.
               En  cuanto  a  la  última  declaración  del  Comité  Científico  Directivo  de  la  OMS

           sobre el Síndrome del Aceite Tóxico emitida en agosto de 1987 (denominación de
           «Aceite Tóxico» que denota hasta qué grado esta organización de alcance mundial
           está  influyendo  tendenciosamente  en  la  opinión  pública  al  dar  por  sentada  a  éstas
           alturas cuando va no se aguanta por ningún cabo la culpabilidad del aceite de colza),
           concluye que «el abanico exacto de indicios y síntomas que presentaban los pacientes

           del  síndrome  era  singular  y  nunca,  hasta  ese  momento,  se  había  descrito.



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