Page 106 - El judío internacional
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demasiado intimas con la esposa de un tercero, de cuya precaria situación le librara la inteligente
intervención de amigos influyentes, a los que aquel, claro esta, se sintió obligado para siempre.
Raro es que en tales "asuntos", al menos en Norteamérica, predomine siempre la nota femenina,
siendo así que en nuestros círculos elevados se presenta más a menudo que ninguna otra, con más
frecuencia aun que la nota financiera.
En naciones europeas, donde dichas relaciones femeninas ilícitas no “producen” tanto, es necesario
descubrir otras “manchas” en las personalidades bajo tutela y vigilancia.
Este tema es repulsivo, pero la verdad debe, a veces, cumplir funciones quirúrgicas, y se presentan
aquí los casos tal como son en la realidad. Al estudiarse detenidamente una conferencia tan
decisiva para el mundo entero, como lo fue la Conferencia de Paz de Versalles, fijándose
preferentemente en las personas visiblemente subordinadas a influencias hebreas, y siguiendo
atentamente el desarrollo de su vida pasada, será posible fijar siempre, sin dificultad alguna, el
momento critico en que cayeron en una situación que si bien les significaba éxitos momentáneos,
les convirtió irremisiblemente, en cambio, en esclavos de un poder oculto. Solo se explica el
extraño espectáculo de ver a los estadistas preeminentes de raza anglosajona rodeados
constantemente y aconsejados por los príncipes semitas, por el intimo conocimiento de las
“manchas” de aquellos, como se comprueba con las palabras de los Protocolos sionistas:
“Prepararemos la elección de Presidentes, cuyo pasado implique alguna mancha, algún Panamá”.
Cuando se observa claramente el predominio judío sobre estadistas no-judíos, se puede deducir
siempre con absoluta certeza, que aquella raza es el guardián único de un importante secreto de
los personajes. Si se presenta alguna vez la necesidad, para aquellos que sepan algo de estas
coincidencias, será una sagrada obligación nacional el publicarlas, no para destruir la reputación de
nadie, sino para estigmatizar de una vez por todas costumbres tan viles.
Dicen los publicistas judíos que los hebreos no se manifiestan como unidad nacional. Por esto –
agregan – tampoco ejercen influencia política alguna. Por otra parte, están tan desunidos entre sí,
que no pueden jamas manifestarse en una dirección común. Ocurre así, que al tratarse de una
cuestión en favor de algo, se van manifestando en la comunidad hebrea los punto de vista de una
mayoría y los de una minoría, respectivamente, en la mayor parte de los casos los de una minoría
insignificante. Mas cuando se trata de una cuestión en contra de algo, presenta siempre la
comunidad judía, una unidad compacta. Podrá comprobar estos hechos cualquier político de clara
observación. Puede todo el mundo en la vida pública y personalmente hacer la prueba, declarando
abiertamente que no se dejara influenciar por los hebreos, ni por nadie. Si emplea en este sentido
la palabra “judío”, no hace falta que lea nada sobre la solidaridad hebrea, porque la “sentirá” muy
pronto. Tal unidad hebrea no puede, empero, lograrlo todo en las elecciones. Radica, mas bien, la
fuerza política de los judíos, en su influencia en las cimas de los poderes públicos. Los hebreos
como minoría política, en cuanto a votos se refiere, constituyeron en estos últimos años una
mayoría política en cuanto a influencia. Gobernaban, y se jactaban de ello. Y se advierten señales
de su gobierno en todos los países.
Es el miedo signo principal frente al predominio hebreo en la política. Tan grande es que nadie se
atreve, apenas, a hablar de los judíos con la naturalidad con que, por ejemplo, se hablaría de
armenios, alemanes, rusos o indostanes. ¿No es este recelo la prueba palpable de que se conoce el
poderío hebreo y la crueldad de su aplicación? Acaso sea cierto que el antisemitismo, tal como lo
afirman muchos judíos, no es más que miedo exagerado, horror ante lo desconocido. La existencia
sin ejemplo en la historia de un pueblo pobre en apariencia, pero que, sin embargo, es más rico
que los demás, de una minoría insignificante, más poderosa que la mayoría en conjunto, puede
crear, efectivamente, visiones en una mentalidad excitada.
Es significativo que los que actúan como heraldos reconocidos del judaísmo no protesten jamas
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