Page 102 - El judío internacional
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negativa, como el novelista judío que glorifica estrambóticamente a su propia raza, mientras que en
la vida social y económica de los no-judíos siembra furtivamente la semilla de la descomposición,
todos ellos deben enumerarse necesariamente entre los agentes, inconscientes a veces, del plan
mundial judío, que pretende destruir a la sociedad humana con ayuda de "ideas". Asombra
observar el crecido número de tales agentes invisibles, y con cuánta habilidad saber ocultar sus
tendencias en sus obras, ensayos, folletos y artículos.
Encontrados casos y sólo fecha muy reciente ha sido posible en Estados Unidos imprimir la palabra
"judío" en la primera plana de un diario, y contestar a la comisión judía, cuya visita no faltó al
siguiente día, que "hasta hoy Norteamérica es un país libre". Algunos diarios resistieron
valerosamente los ataques de una influencia usurpada y lograron salir victoriosos.
El redactor que pueda discutir a base de hechos, nada ha de temer. Pero aquel que retroceda
aunque sea una sola vez, advertirá la presión cada vez más creciente. El hombre que con honor
mantenga sus puntos de vista, conocerá pronto algo que no es del dominio público: que detrás de
espectaculares apariencias ocultase un Proteo y que repercute la rotura de la cadena en un solo
eslabón en todo el sistema, como un golpe mortal.
Nada hay tan temible para "el judío internacional" como la verdad, y aún una leve indicación de la
verdad sobre su naturaleza o sus planes secretos. Precisamente por eso, barrera de refugio,
atrincheramiento de defensas, fundamento duradero tanto para judíos como no-judíos, deberá ser,
en adelante, la Verdad, si ha de revelarse un día el mayor misterio histórico de la humanidad: el de
quién será el Amo del Mundo, a quien deberá pertenecer la monarquía universal, si al genio
imperialista de Israel en dispersión o al de Cristo, símbolo de la paz romana, al Hijo de Dios o la
Revolución.
XVIII
CÓMO SE EXPLICA EL PODER POLÍTICO HEBREO
Se habló muy poco hasta aquí en los comentarios acerca de los protocolos judíos, sobre el
programa político en ellos contenido. Se advierte la victoria de su hegemonía mundial, primero por
la preponderancia financiera en el mundo. Esta se halla asegurada de un lado por las cuantiosas
deudas de los estados contraídas a causa de los conflictos bélicos, de otro por el dominio
capitalista; (no patronal ni directivo) sobre nuestra vida industrial; en segundo término, por una
preponderancia política, que se evidencia claramente en la situación actual de todos los países
civilizados; en tercer lugar, por la influencia hebrea sobre nuestra educación, que, constantemente,
se va ejerciendo a la vista de los pueblos obcecados; luego por un menoscabo general de nuestra
existencia espiritual mediante un sistema refinado de diversiones y de juegos; finalmente, por la
propagación de ideas disolventes, que no sirven a progreso real alguno, sino que representan
quimeras económicas y sólo llevan a la anarquía. Estos medios principales indican las grandes rutas
del camino a seguir, y ninguna de ellas fue omitida los protocolos. Antes de fijarnos en lo que
expresan los protocolos con respecto a los gobernantes de estados, sirvan de aclaración las ideas
que emiten los protocolos acerca de otras ramas de la política. Al respecto interesará a los filos
semitas saber que sus manifestaciones todas, evitan cuidadosamente tropezar con el contenido de
t
estos documentos sionis as, al enterarse de que estos lejos de propagar una forma de estado
monárquica, apoyan, en cambio, el liberalismo más ilimitado y desenfrenado. Los poderes ocultos
tras los protocolos parecen confiar firmemente en poder hacer lo que se les antoje con los pueblos,
desde el momento que les invitaron a que establezcan un "gobierno popular".
Prefieren los protocolos modificaciones rápidas; son partidarios de las elecciones, derogaciones de
la constitución y frecuentes cambios en la representación del pueblo. En este sentido dice lo
siguiente el primer protocolo: "el vago concepto de libertad nos pone en condiciones de persuadir a
las masas de que un gobierno no es sino el gerente del verdadero amo del país, o sea del pueblo, y
que dicho delegado puede cambiarse y ser dado vuelta como un par de guantes. El frecuente
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