Page 100 - El judío internacional
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fundados por nosotros mismos. Pero jamás atacarán otros puntos que aquellos que nosotros
                  deseemos expresamente suprimir o reformar.

                  "Todos nuestros diarios defenderán tendencias diversas, monárquicas, republicanas y aún
                  anárquicas, pero esto ocurrirá sólo mientras exista una Constitución. Los que supongan enunciar la
                  opinión de su prensa de Partido, no enunciarán, en realidad, más que nuestra opinión, o mejor
                  dicho, lo que nosotros queramos que opinen.

                  "Tratará o debatirán nuestra prensa, nuestras sentencias muy superficialmente, librando ficticias
                  batallas, únicamente contra la prensa oficial, de lo que tendremos oportunidad de expresarnos con
                  más detalles en la réplica que de primera intención hubiéramos podido hacerlo. Esto será siempre
                  según convenga a nuestros intereses.

                  "Dichos ataques simulados arraigarán en el público la fe en la libertad de la prensa, y dará ocasión
                  a nuestros agentes para calificar a los diarios "adversarios" de ignorantes, por no saber aportar
                  razonamientos serios contra nuestros actos y proyectos".

                  Ocurrirá, efectivamente, si todos los diarios sin excepción estuvieran bajo la influencia hebrea. Más
                  en el caso de nuestros artículos de combate, los papeles parecen estar trocados: esta vez la prensa
                  hebrea y judaizada desiste por completo de rebatirnos con hechos y razones.

                  "Llegado el caso, lanzaremos en la prensa opositora, ideas a modo de ensayo, para rebatirlas
                  después enérgicamente en la prensa semioficiosa".

                  "Los adversarios serios serán fácilmente rebatidos, porque no dispondrán de órganos para la
                  publicidad. Como pretexto para eliminar cualquier publicación, siempre aduciremos la razón de que
                  se altera con ella, sin razón o necesidad, el orden público". Pretexto éste que, efectivamente, se
                  adujo, pero faltó la fuerza del poder público para ejecutar la supresión deseada. Empero, la
                  influencia judía, en Estados Unidos, logra suprimir casi todas las publicaciones que no son de su
                  agrado.

                  ¿Hasta dónde domina la influencia hebrea la publicación de prensa en Norteamérica? En lo
                  referente al empleo de la palabra "judío" predomina sin excepción alguna. El editor que deseara
                  emplearla, lo advertiría en seguida. Se le visita diciéndole (contrariamente a lo que se le enseña al
                  joven judío en sus sinagogas), que la palabra "judío" significaría miembro de una secta religiosa,
                  pero no de una raza, y que el emplearla públicamente en relación con cualquier hecho o persona,
                  resulta tan ridículo como si en idéntico caso se pretendiera hacer constar expresamente que una
                  persona es "católica", "metodista", "presbiteriana", o lo que fuere.

                  Al judío, en cambio, se le dice y repite siempre por medio de sus portavoces, que, sin considerar su
                  credo religioso, ni el estado de su nacimiento, es y sigue siendo judío, y, que por la fuerza de su
                  sangre, pertenece a una raza determinada. Podrían llenarse páginas enteras con sentencias
                  importantes personalidades judías a este respecto. Más lo que le dicen al judío sus portavoces y lo
                  que al editor no judío le expresa la comisión judía que le visita son dos cosas totalmente distintas y
                  en franca contradicción. Una revista judía puede perfectamente proclamar "urbi et orbi" que el
                  profesor N., un juez O., o el senador P. son judíos; pero si un diario no-judío dijese lo mismo,
                  recibiría inmediatamente la airada visita de una comisión judía.

                  Un periódico norteamericano reprodujo recientemente, y sólo como actualidad, un extracto de uno
                  de nuestros anteriores capítulos. Al siguiente día tuvo que dejar en blanco el espacio de varios
                  avisos por no haberse renovado los mismos. Al inquirir la causa de ello, resultó que todas las casas
                  anunciantes eran hebreas, y que la causa del boicot consistía en el mencionado artículo. También
                  llegóse a saber que el corredor que traía dichos avisos era igualmente judío, y que, además, en una







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