Page 142 - El judío internacional
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aun del todo lo que debería ser el teatro y leen sus obras impresas.

                  La tercera consecuencia de la invasión hebrea en el teatro norteamericano consiste en la aparición
                  del sistema de la "estrella", del "astro", del "divo". Los últimos años nos ofrecieron sino en los
                  enormes muros de "reclame" de los trusts teatrales, para hacer creer a las masas que dichos
                  farolillos brillan con diamantino fulgor en el cenit del firmamento escénico "dramático". Las
                  "estrellas" de ayer, que hoy ya no lo son, son simplemente las favoritas de los actores hebreos o
                  mercancía humana que, extraída de la masa, se coloco en "vidriera" para despertar la ilusión de
                  una "novedad". En fin, en tanto que antiguamente actores y actrices llegaban a celebridades
                  gracias al favor del público, hoy se logra exclusivamente por la propaganda del propietario del
                  teatro. La "marca Nueva York", con que suelen distinguirse muchas nulidades artísticas, no significa
                  sino la caída en gracia al respectivo empresario de que cada actriz disfrute. Justamente contra esta
                  "marca Nueva York", se ha rebelado el país. El auge de los teatros de aficionados en Centro
                  América y en el Oeste es la mejor prueba de ello.

                  En todos sus negocios busca el hebreo el éxito más rápido posible, mas en su tarea de hundir el
                  arte teatral no-judío no puede, al parecer, ir con la velocidad que desea. Educar y perfeccionar
                  artistas requiere tiempo: una buena publicidad equivale a lo mismo y es más rápido. Tal como
                  antiguamente el sacamuelas sofocaba los gritos de dolor de sus pacientes con los estrepitosos
                  sonidos de su trompeta de latón, así el moderno empresario teatral encubre la oquedad espiritual
                  de sus "funciones" arrojando a la cabeza de los estupefactos espectadores cantidades de confetti,
                  de encajes, de cuerpos desnudos, de oropel.

                  Se resumen en una razón común estos tres aspectos del predominio hebreo en nuestros teatros: la
                  de convertirlo todo en mercadería negociable, extraer dinero de todo cuanto el judío emprenda.
                  Trasladose el centro de gravitación del teatro del palco escénico a la taquilla. La sabiduría del
                  ropavejero de dar al vulgo de acuerdo con el gusto de cada uno, impera también en los teatros
                  desde que el semita penetro en sus recintos.

                  En 1885 dos astutos hebreos fundaron en Nueva York una agencia teatral, ofreciéndose a aliviar a
                  los empresarios de San Luis, Detroit, Omaha y otras ciudades, de la penosa labor de contratar
                  celebridades para la temporada próxima. Fue esta la base del Trust Teatral. Figuro dicha agencia
                  bajo la razón social de Klaw & Erlanger, uno de cuyos fundadores era un israelita ex estudiante de
                  Derecho, que mas tarde se transformo en agente teatral, en tanto que Erlanger, joven hebreo de
                  pocos alcances, poseía habilidad financiera. No inventaron ellos el sistema de la Agencia teatral,
                  sino que lo copiaron de un tal Taylor, fundador de una Bolsa teatral, donde se reunían actores y
                  empresarios de todas partes para relacionarse mutuamente y firmar contratos.

                  La forma actual de agencia teatral es la clave de la decadencia del moderno teatro yanqui. El viejo
                  sistema poseía la gran ventaja de un perenne conocimiento personal entre el empresario y su
                  compañía, brindando al actor genial tiempo y oportunidad para su desarrollo y madurez artísticas.
                  En aquella época no existía sindicato alguno, y los empresarios podían hacer actuar a sus
                  compañías y primeros actores en los escenarios de los más diversos propietarios de teatros,
                  aprovechando con amplitud la temporada. Finalizada esta en la capital, partían juntos a provincias.
                  Ambos, empresarios y compañía, dependían mutuamente el uno de la otra y compartían
                  fraternalmente éxitos y adversidades.

                  El sistema de agencias puso fin a todos esto, que bien pudo ser un sueño.

                                                             VII
                                          EL PRIMER TRUST TEATRAL ISRAELITA

                  La importancia que tuvo antiguamente en los escenarios alemanes el drama Natan el Sabio, la







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