Page 139 - El judío internacional
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para poder vender sus productos, debieron dirigirse a sus más fuertes competidores, los Lewisohn,
                  y ello por orden del gobierno, representado por el hebreo Eugenio Meyer, quien, a su vez,
                  representaba al hebreo Baruch. Eugenio Meyer estaba también muy "interesado" en asuntos de
                  cobre. En las sesiones realizadas por los productores de cobre de Nueva York tomaron parte:
                  Rosenstamm, Vogelstein, J. Loeb, Wolfson, Drucker y Eugenio Meyer, en tanto que los
                  representantes del Ejercito y Marina no fueron admitidos. El representante común de los Lewisohn
                  y Guggenheim ante el gobierno del Washington, fue un llamado Mosehauer.

                  El comité "gubernamental" designado por Baruch para mediar oficialmente entre el gobierno y los
                  productores de cobre (vale decir, entre el y los Guggenheim-Lewisohn), estaba integrado por tres
                  personas, y esas tres personas eran: ¡empleados de la casa Guggenheim! "Es verdad, esos grandes
                  productores de cobre estuvieron representados en el Comité, yo los elegí por ser personas muy
                  notables". Y en tal forma explico Baruch esta rara coincidencia. El monopolio hebreo en el mercado
                  del cobre en ambos lados del Atlántico resulto, pues, completo y "redondo".

                  Al oírse murmurar sobre este oscuro asunto, tuvo que hacerse algo evidente. Declararon los
                  Lewisohn que (¡atención, lector!) le venderían al gobierno toda la cantidad deseada de cobre al
                  precio estipulado. "Para arribar a un precio determinado, tomamos por base el precio de los últimos
                  años. Este resulto ser de 16 3/4 centavos norteamericanos la libra, en tanto que en la época de
                  dichas conferencias el cobre se cotizaba a 32 centavos la libra". De modo, entonces que, al parecer,
                  el gobierno recibió el cobre a mitad de precio. Por lo menos así se le manifestó a voz en grito al
                  público, y este quedo encantado. Baruch explico el punto de la siguiente forma: "La oferta
                  evidencio claramente que nos guiaba el deseo de rechazar todo lucro particular, mientras se tratase
                  de las necesidades del gobierno. Pagadnos lo que queráis: tal fue el punto de vista del productor".
                  El gobierno recibió todo el cobre deseado, y a precio sin compromiso.

                  Pero, siguióse conferenciando sobre el precio que por el cobre debieron pagar las empresas
                  particulares, el que se estipulo en 27 centavos. Como Baruch (¡atención nuevamente, lector!)
                  decreto el sistema de precios únicos como suprema ley para toda clase de mercaderías, e
                  independientemente de que particulares o el gobierno fueran los clientes, tuvo que pagar el
                  Gobierno ¡también 27 centavos! Empero, esta pequeña variación fué silenciada al gran público...

                  Finalizada la guerra quedóse el gobierno yanqui con una existencia de 16 1/2 millones de libras de
                  cobre. La firma Lewisohn llevo al colmo su generosidad readquiriendo del gobierno dicha cantidad,
                  vendida anteriormente a 27 centavos, al precio de... ¡15 centavos la libra!

                  Baruch no representa sino un ejemplo típico de la mezcolanza intima del hebraísmo con el
                  mecanismo administrativo militar de nuestro país. Si hubiesen sido los judíos los únicos aptos para
                  administrar todos los puestos de importancia... ¡santo y bueno! Pero no siendo así, ¿como fue
                  posible que precisamente ellos se adueñaran de todo el aparato de inspección de manera tan
                  exclusiva y sistemática? Sin embargo, este hecho consta históricamente. ¿Como se le puede
                  explicar?

                                                             VI
                              EL PREDOMINIO ISRAELITA EN EL TEATRO NORTEAMERICANO

                  Fue siempre el teatro un medio primordial para influenciar el gusto en general, y la opinión en
                  particular; es el aliado para propagar las ideas, día a día, que unos caudillos ocultos entre
                  bastidores desean inculcar a las masas populares. No es por casualidad que los bolcheviques, en
                  Rusia, patrocinen los teatros orientados en su sentido, sabiendo que sus efectos, para ir forjando y
                  moldeando la "opinión publica", resultan tan fuertes y profundos como los de la prensa.

                  Todo el mundo sabe que el teatro esta completamente bajo la oligárquica influencia hebrea. Nadie







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