Page 136 - El judío internacional
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hebreo, al que tuvo que obedecer.

                  Además se constituyo el "Comité de Defensa Nacional" ¡en 1915!, no como una corporación
                  constitucional norteamericana, sino como una creación arbitraria con un hebreo a la cabeza y con
                  otros hebreos en los principales puestos. Pertenecieron a este comité seis Secretarios de Estado,
                  siéndole subordinada una junta facultativa de siete miembros, de los cuales tres eran semitas, y
                  Baruch uno de ellos. Dicha junta a su vez tenia bajo sus órdenes a centenares de empleados y
                  muchísimas juntas especiales. Fue una de estas la "Junta industrial de guerra", de la que Baruch, al
                  principio, fue miembro y luego amo absoluto. Esta "Junta industrial de guerra" con el correr del
                  tiempo fue perdiendo importancia en la vida norteamericana y en todas sus ramificaciones.
                  Bernardo M. Baruch fue un rey "entre bastidores".

                  ¿Por que precisamente fue un hebreo quien logro tan absoluto predominio sobre un pueblo de cien
                  millones, ejerciéndolo en forma despótica?

                  Las organizaciones creadas por los hebreos acusaban un carácter duramente autocrático, pero con
                  un barniz de democracia. Todo semita colocado al frente de una organización militar administrativa,
                  grande o pequeña, tuvo así la menor oportunidad para "ejercitarse" en el desempeño de un mando
                  ilimitado.

                  ¿Cual fue el poderío de la "Junta industrial de guerra"? A la pregunta del representante Jefferis:
                  "¿Usted decidió, entonces, lo que cada personas debía percibir?", Baruch respondió: "Así es,
                  efectivamente. Yo asumí la responsabilidad y fui quien luego decidió en definitiva lo que el ejercito
                  y la armada debía percibir, lo que se les debía dar a los ferrocarriles, o a los Aliados, o si se
                  entregaban locomotoras al general Allenby en la Palestina, o se las empleaba en Rusia o en
                  Francia".

                  Este enorme poderío concentróse en manos de un solo hombre. "¿Es decir, que los hilos todos del
                  poder se reunieron en sus manos de usted?", inquirió Jefferis. "Si, repuso Baruch, poseí durante la
                  guerra probablemente mas poderes que ningún otro político". Esto es verdad. "La decisión
                  definitiva venia finalmente a mi".

                  La vulgar afirmación de las arbitrariedades personales del presidente Wilson por menospreciar el
                  gobierno efectivo hebreo, que le aconsejo siempre y en todos los detalles, carece de fundamento.
                  Quien le suponga autócrata, es ciego ante la plenitud de poderes extraordinarios con que revistió
                  en todo momento al seudo-gobierno judío durante la guerra. Wilson no se preocupaba de la
                  Constitución, ni del Congreso, eliminando al Senado y aun los miembros de su ministerio. Pero es
                  falso que no haya admitido consejo alguno. Ni cuando la guerra, ni en las conferencias de la Paz
                  procedió por cuenta propia. La idea de complicar a Norteamérica en la guerra no fue suya, como
                  tampoco la del modo de conducir la guerra, no la de formular la paz. Detrás de el, sobre el, estuvo
                  Baruch; éste acompañóle a París, no abandonando sino juntos el "George Washington", ni tierra
                  europea, hasta que todo se hubo cumplido en la forma que Baruch y sus amigos, que siempre
                  rodearon a Wilson, hubieran querido. El único periodista que en el transcurso de la guerra siempre
                  y en todo momento tuvo acceso cerca del Presidente, sirviéndole, por decirlo así, de heraldo, fue el
                  hebreo Lawrence.

                  Existe solo un concepto que designe cabalmente la amplitud de poderes del hebreo Baruch:
                  dictadura. Personalmente, Baruch pronuncio esta palabra diciendo que dicha forma de gobierno fue
                  también en épocas de paz la mejor para Norteamérica, aunque su implementación se hiciese más
                  fácilmente en tiempos de guerra, debido al general patriotismo reinante.

                  Treinta mil millones de dólares costo a los Estados Unidos su participación en la conflagración
                  mundial, de los cuales diez mil se prestaron a los aliados. Dependió exclusivamente la inversión de







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