Page 137 - El judío internacional
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estas fabulosas sumas del libre albedrío de Baruch.  Fue este judío quien resolvió: 1º sobre la
                  utilización de capitales ilimitados de la vida económica; 2º sobre todos los materiales; 3º sobre la
                  industria entera y sus limitaciones, de la fuerza humana, y su destino al servicio bélico, directo o
                  indirecto; y 5º sobre las condiciones de trabajo de los obreros, estableciendo precios y jornales.

                  La organización de la utilización de capitales incumbió nominalmente, a la "Junta de inversión de
                  capitales", a cuyo frente figuro el semi a Eugenio Meyer, hijo. ¡Otro talento hasta entonces t
                  desconocido, que al ser "descubierto" fue ubicado en un cargo importantísimo! Quien durante la
                  guerra necesito capital para cualquier empresa, tuvo que descubrir en absoluto su tarjeta ante los
                  hebreos Meyer y Baruch. Esta organización, en manos de unos pocos judíos fue el mejor sistema
                  imaginable de espionaje que jamás existiera en la vida comercial. Se denegó una suma de
                  8.000.000 de dólares, que necesito el Municipio de Nueva York para fines escolares, en tanto que
                  un empresario hebreo recibió con toda facilidad las cantidades necesarias para la erección de un
                  teatro monumental. Se les negaron a los no-judíos los fondos para empresas productivas, que poco
                  después se concedían a israelitas para fines idénticos. Constituyo un siniestro poderío, que jamás
                  debió ser confiado a un solo hombre, y mucho menos a una cáfila de judíos. Y, sin embargo, ¿como
                  ocurrió que en todos los puestos donde todo dependía del buen tacto y de la discreción, siempre se
                  hallara un hebreo, y este siempre investido de la autoridad de un mando ilimitado? Cuanto más se
                  profundiza este problema, tanto mas misterioso aparece.

                  En lo referente a la utilización de los materiales (materias primas, objetos semifabricados y
                  productos hechos) poseía Baruch en muchos de ellos una experiencia personal práctica. Jamás se
                  aclaro completamente el modo de aplicar estos conocimientos a las ramas industriales en que
                  participo personalmente Baruch durante la guerra. Donde Baruch no era perito, se valía de
                  consejeros. Se destacaba entre ellos J. Rosenwald, para las necesidades de la vida, incluso el rubro
                  vestidos, siendo su lugarteniente Eisenmann. Este se ocupaba de la adquisición de los uniformes,
                  designando las calidades de las telas a utilizar, y fijando los precios a los fabricantes, en su mayoría
                  hebreos. Lo concerniente al empleo del cobre estuvo en manos de un empleado de la casa
                  monopolizadora Guggenheim, obteniendo, claro esta, esta casa los suministros mas importantes de
                  cobre para las necesidades de guerra. Sin la previa aprobación de la "Junta industrial de guerra",
                  vale decir, sin el consentimiento de Baruch, nadie pudo durante la guerra construir una casa de
                  mayor valor de 2.500 dólares, ni adquirir un barril de cemento, ni recibir la mas pequeña cantidad
                  de cine.

                  Hizo constar Baruch que alrededor de 35 ramas industriales estaban bajo su control, y que
                  abarcaba este, tal vez, todas las materias primas del mundo. "Yo resolví en definitiva. Por mis
                  funciones, pertenecí a todas las Juntas, siendo mi tarea la de inspeccionarlas todas y estar en
                  contacto con ellas". Fue el quien decidió donde se embarcaría el carbón, a quien se debía vender
                  acero, donde se fundarían o se suspenderían respectivamente las industrias. Al mismo tiempo que
                  el control sobre el movimiento de los capitales tenia Baruch también en sus manos el de las
                  materias primas en su totalidad. Fue envuelto este control en el misterioso concepto de
                  "prioridades" que según testimonio de Baruch constituyeron "el poder máximo durante la guerra".

                  Pero ni así queda explicado completamente el poderío absoluto ejercido por Baruch. El alma de la
                  industria es y sigue siendo el elemento hombre. Y este también fue dominado por Baruch. El
                  maligno sueño de un trust que se ejercía sobre vidas humanas fue realizado por primera vez por
                  este individuo que afirmaba mas tarde sin avergonzarse: "Nosotros fijábamos también la prioridad
                  para la energía humana". Este "nosotros", en boca de Baruch significa siempre "yo", o "nosotros los
                  hebreos".

                  Fue Baruch quien especifico al Ministerio de Guerra la clase de hombres susceptibles de alistarse en
                  el ejército. "Nosotros ordenábamos que las industrias menores parasen, y que su personal cesante
                  ingresase en filas". El mando supremo, de vida o muerte de industrias enteras y de centenares de







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