Page 69 - El judío internacional
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condenaron el lujo. Los financistas, que vieron como el pueblo ganaba y tiraba el dinero,
                  protestaron contra este sistema. Numerosos economistas comprendieron la insensatez de que las
                  industrias del lujo consumieran materiales y existencias necesarias para el desarrollo normal de
                  industrias útiles, viendo que gran cantidad de personas fabricaban fruslerías, en vez de fundir
                  aceros, en tanto que otras, confeccionaban baratijas cuando habría sido preferible que labraran
                  tierras. Advirtieron que se malgastaban materiales en objetos que únicamente se fabricaban para la
                  venta, mas no para el uso , substrayéndose en esa forma materias a aquellas industrias que dan a
                  la humanidad objetos necesarios; todo observador de esta costumbre de trabajar en fruslerías y
                  lujos, levanto su voz contra ella. Pero según surge de los protocolos judíos, dichos economistas
                  partieron siempre de un punto de vista falso. Aun cuando los pueblos cristianos adquirían el mal
                  llamado lujo, no lo había ideado, sino que hasta pronto se cansaban de él. Empero, la riada de
                  estas incontables nimiedades sigue corriendo, cada vez mas, tras las inútiles novedades que llueven
                  sobre el publico, se extienden ostentosamente ante sus ojos (inconscientes payasos las pasean por
                  las calles para demostrar lo que "es moda"), se anuncian en textos y grabados y cinematógrafos, y
                  los artistas de teatro las ponen "de moda": ejerce esto una coacción que jamás se invirtió en un
                  objeto verdaderamente meritorio.

                  ¿Cómo explicar todo esto? ¿Cuál es la potencia, cuya larga experiencia y consciente tendencia
                  proporciona los medios para tergiversar el gusto de los pueblos, y para obligarles a despilfarrar en
                  desmoralizadoras nimiedades la mayor parte de sus ganancias? ¿A que viene ese lujo forzado y
                  esas extravagancias? ¿Cómo fue posible, antes de la aparición de los artículos de lujo y de la
                  oportunidad para una vida extravagante, que todo estuviese cuidadosamente preparado para
                  llamar la atención sobre esta forma de vivir, y para despertar la codicia de vivirla?

                  Si frente a todas estas sutilezas, los pueblos no-judíos razonaran un poco, continuando sus
                  averiguaciones hasta su origen, hasta los usufructuarios de las enormes ganancias extraídas de
                  aquellas, si persiguieran críticamente este amplio movimiento, que inunda el mercado mundial de
                  cosas inútiles tan caras, desmoralizando con ellas al mundo no-judío en sentido financiero,
                  económico y social; en una palabra, si pudiera comprender que los intereses financieros judíos no
                  solo están ligados íntimamente con los bajos instintos del ser humano, sino que los despiertan y
                  cultivan a plena conciencia, entonces, los intereses financieros hebreos no solo cesarían de una vez
                  para siempre en este escandaloso derroche de materiales, trabajos, haciendas no judías e
                  inteligencias judías y no-judías, sino que concluiría con la inutilidad del pueblo de Israel en este
                  mundo.

                  Dijimos que son víctimas los pueblos no-judíos de este comercio artificiosamente cultivado de
                  objetos de lujo inútiles. ¿Se vio una sola vez que los judíos hayan sido víctimas de tales
                  nimiedades? Cierto es que se visten llamativamente, mas hay que convenir en que precio y valor
                  coinciden. Ostentan enormes brillantes, pero son de buena ley. El judío jamás es víctima de otro
                  judío. Los lujos estrambóticos y las "diversiones" son para la plebe. El judío sabe perfectamente con
                  que se ceba, y conoce exactamente el valor de todos estos medios.

                  Lo mas lamentable de todo ello no es la perdida de valores financieros, ni tampoco el atentado
                  contra el buen gusto, sino el innegable hecho de que las masas no-judías caen en estas redes
                  voluntaria y gustosamente. Aguantan el cambio de moda, como si este fuera tan inevitable como la
                  llegada de la primavera, toleran también este repetido atentado contra sus entradas, como si se
                  tratara de las contribuciones mas necesarias y naturales del mundo. Las masas que suponen que
                  representan algún papel de estos asuntos, siendo así que el único que juegan es el de pagar, y
                  pagar cuando la "ultima moda" deja atrás a la penúltima. Existen personas que saben ya con dos
                  años de anticipación lo que serán las tonterías de la moda y demás torpezas populares. ¡Nada tiene
                  de asombroso, puesto que son ellos los que las preparan! Esto no es mas que negocio, si bien
                  sumamente desmoralizador para la mayoría no-judía, pero lucrativo para la minoría judía.








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